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Con información de Bloomberg Businessweek*

Luego de que este martes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump dijera que no ve posible alcanzar un acuerdo en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ¿qué pasaría si en efecto se terminara este acuerdo comercial?

La respuesta es: no mucho.

Para varias industrias, el eventual rompimiento de negociaciones que provoque el fin del TLCAN supone un riesgo acotado, pues el intercambio con Estados Unidos se regiría ahora por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y éstas no suponen una carga arancelaria elevada.

Los aranceles que pagaría México sin el TLCAN para enviar a Estados Unidos serían de 1.9 por ciento en el sector industrial y 6.4 por ciento en el agropecuario, México podría ser competitivo en muchos sectores con ese tipo de aranceles, de acuerdo con un análisis del año pasado de Luis de la Calle, quien negoció el tratado original y ahora es asesor del equipo del cuarto de junto.

Un alto funcionario de la Secretaría de Economía comentó a Bloomberg Businessweek que los aranceles que pagaría la industria automotriz mexicana, una de las más importantes, como nación más favorecida se ubican en términos generales entre el 2.5 y 4.5 por ciento para autopartes y vehículos terminados.

EL ‘CHICKEN TAX’

Hay un riesgo que viaja sobre ruedas: el arancel que pagarían fábricas mexicanas al gobierno estadounidense por exportar camionetas tipo pick up podría llegar hasta 25 por ciento si no hay TLCAN.

La historia remite al “Chicken Tax”, un impuesto que data de 1963 que gravaba el almidón de papas, la dextrina, el brandy y las camionetas ligeras, incluidas las pick up, y que surgió como respuesta a los aranceles que impusieron Francia y Alemania Occidental a las exportaciones de pollo de Estados Unidos.

Con el paso del tiempo, el impuesto quedó eliminado para todos los productos mencionados, excepto para las pick up, y de implementarse ahora golpearía a la industria nacional. Este tipo de vehículos representan una cuarta parte de las exportaciones de vehículos hechos en México.

Aún en este escenario, desde la industria lanzan señales esperanzadoras.

Un directivo del gremio de distribuidores de automotores, la AMDA, expuso que, ante esa circunstancia radical, México experimentaría un intercambio de producción.

De acuerdo con su hipótesis, las armadoras traerían a México la fabricación de productos distintos a las pick up y llevarían a Estados Unidos la otra.