Cristiano Ronaldo brilló en su regreso al estadio Santiago Bernabéu, referente en la remontada del Real Madrid al Fiorentina, al que endosó un nuevo golazo para conquistar su trofeo (2-1), el duodécimo consecutivo en una noche que dejó la reivindicación de los más jóvenes ante Zinedine Zidane.
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— Real Madrid C.F. (@realmadrid) 23 de agosto de 2017
La reedición de la final de la Copa de Europa de 1957 llegó en un Santiago Bernabéu que mantiene su trofeo recordando citas que marcaron la historia del Real Madrid. El encuentro sirvió a Zidane para dar minutos a los jugadores que menos protagonismo tienen y encontrarse con la pegada de Borja Mayoral, la omnipresencia de Marcos Llorente y el arte de Dani Ceballos. El Real Madrid del futuro.
Los nuevos jugaron con ganas de brillar, contagiados de una referencia como Cristiano para el que no hay partidos amistosos. Con la rabia de la que siente como sanción injusta, tras un recibimiento de la afición madridista como si nada hubiese pasado en el verano, el portugués volvió a brillar en un particular inicio de curso.
En un inicio relajado apareció el descaro de la Fiorentina para golpear primero. En plena búsqueda de nuevos referentes tras perder a los que tenía, salió con valentía. Avisó con un cabezazo de Eysseric y castigó la falta de intensidad madridista con un tanto tempranero gracias al disparo colocado de Veretout, imparable para Kiko Casilla.
No tardó en reaccionar el Real Madrid con Cristiano al mando. Regaló el primero tres minutos después, generoso ante el movimiento de nueve de Borja Mayoral que marcaba a placer y echaba su instancia para ser el ‘nuevo Morata’.
El Bernabéu disfrutaba de un equipo joven que tenía ganas de agradar con su fútbol. Las combinaciones repletas de clase de Ceballos con Asensio, las cabalgadas elegantes del mallorquín rompiendo líneas. Los olés resonaban en la grada.
Mayoral, incansable en sus movimientos de desmarque, perdonaba su doblete al apostar por la potencia en lugar de la colocación y Astori estrellaba en el travesaño una chilena, que rebotaba en el hombro de Casilla con la fortuna de enviarlo hacia fuera en lugar e su portería. El duelo era de ida y vuelta.
Es donde disfruta Asensio y también sirvió para que Marcos Llorente mostrase la cantidad de campo que abarca con su físico. Roba con facilidad y construye con rapidez. Achraf se incorporaba con criterio en la derecha mientras Theo mostraba mayor timidez en el costado izquierdo.
Nacho acariciaba el gol tras un saque de esquina y el que no perdonaba era Cristiano. Como al Barcelona en el Camp Nou inventó un golazo recibiendo escorado en la izquierda, saliendo hacia dentro con un amague y zambombazo a la escuadra. No habló en el verano ante los rumores de su marcha. Volvió a hacerlo en el campo.
El hambre de gol de Mayoral cerró el primer acto. Un bonito auto pase y un disparo seco abajo que sacó a córner Sportiello en buena intervención dio paso a una segunda parte en la que bajó la intensidad y la brillantez. Once cambios en una Fiorentina de pruebas para el técnico Stefano Pioli.
Fue una noche de apellidos ilustres. Un Simeone volvió a asomar en el Bernabéu, jugando de nueve sin opción de mostrar su remate. Un Zidane saltó en la segunda mitad para defender con nervios la portería. Y hasta el hijo de Hagi hizo recordar la brillante zurda del rumano. Llegó el descanso para Ramos, que no podrá jugar ante el Valencia por sanción, y Nacho, que será su sustituto.
Fueron entrando titulares madridistas para dejar alguna acción en la retina del aficionado que aguantó de madrugada. Un Lucas Vázquez errático y acelerado remató desviado un pase mágico de Isco. Mató con el pecho un despeje de la defensa y sin dejarla caer inventó una asistencia a la espalda de la defensa.
Los intentos de empatar y buscare el trofeo del conjunto italiano murieron con un disparo al lateral de Benassi y una mala acción con los pies de Luca Zidane. El resto fue un monólogo madridista. Isco hizo brillar a Cerofolini en una estirada y Cristiano, con poco espacio para el remate, se estrelló con el poste. Tejero rozó el gol de su vida con un disparo lejano que acarició la escuadra, como Bale el travesaño de un zurdazo. El Real Madrid conquistó su trofeo por décimo segunda ocasión consecutiva de un total de 27 ediciones conquistadas.