“El Reino Vencido.”

En el mes de octubre se recordará el año de la partida del escritor René Avilés Fabila (1940-2016), quien fue un prolífico escritor de novelas, cuentos, ensayos, un reconocido y admirado Maestro, periodista agudo, critico, eterno opositor al régimen autoritario priista. Al maestro René Avilés se le puede presentar en muchas facetas, pero ante todo estamos frente a un destacado escritor, y es precisamente con su obra como lo recordaremos siempre, por lo tanto, en éste mes dedicado a René Avilés Fabila, el libro con el que iniciamos se titula: “El Reino Vencido”.
Tal vez, las novelas más conocidas y leídas de René Avilés sean: “El Gran Solitario de Palacio, Tantadel y La Canción de Odette”, e incluso las tres novelas fueron publicadas en la etapa inicial del escritor en las décadas de los setentas y ochentas. En el año 2005 salió publicada: “El Reino Vencido”, una novela magistral y ambiciosa, de lectura sencilla, fluida, con una temática y estilo atrayente de principio a fin, en esta obra aparecerán gran cantidad de personajes, historias, anécdotas, lugares, al inicio de la lectura se llega a pensar que estamos ante un libro que contiene diversidad de géneros como, crónicas, cuentos, memorias, relatos, sin embargo, conforme se avanza en la lectura queda muy claro que leemos una novela, porque si bien son muchos los personajes y las historias se pueden leer de forma independientes, al final un personaje le da unidad a toda la estructura de la obra, éste personaje se llama Emilio Medina Mendoza.
Partiendo que estamos esencialmente frente a una novela, y respetando la libertad de la creación, imaginación, y ficción que el género otorga, claramente se percibe que el personaje Emilio Medina Mendoza en muchos pasajes es alter ego de su creador, a través de éste protagonista recorreremos historias de vidas desde la niñez hasta la edad muy adulta. Uno de los temas centrales del libro son los recuerdos, las nostalgias de un pasado lejano o inmediato que se va convirtiendo en remembranzas, aquí nos encontraremos con historias de amor, pasión, sexo, amistades, lugares, bares, prostíbulos, regresaremos en el tiempo y nos situaremos en el Imperio Azteca, y de momento estaremos en Ciudad Jardín, que bien puede ser un barrio de la ciudad de México, la ciudad en su conjunto, o la historia de todo el país.
Todas las personas reflexivas en algún momento de nuestras vidas y más cuando se está en una etapa donde el final se acerca o mínimo estamos a la mitad, nos sentimos inclinados a pensar que ha sido de nuestras vidas, razonamos sobre nuestros orígenes, tratamos de hacer un balance preguntándonos qué hicimos o dejamos de hacer, qué actos provocaron momentos de felicidad o infelicidad, con que ideales si los tuvimos nos condujimos, en qué país nacimos y decidimos vivir, pensar y repensar sobre lo antes expuesto en gran medida servirá para darle unidad a nuestras vidas, para comprender socialmente nuestra actualidad y realidad, para seguir viviendo mientras retornamos a la nada, para recordar que en algún momento vivimos en nuestro paraíso perdido que puede ser la niñez o el pueblo donde crecimos.
Emilio Medina Mendoza recuerda gran cantidad de vivencias, pero un tema que ocupa relevancia son las mujeres que pasaron por su vida, algunas fueron de un día, otras de varios meses y años, no obstante, todas para bien y para mal dejaron una huella, una historia, un sentimiento. Valeria aparecerá en la novela sólo al principio y nunca más reaparecerá, esta historia me fascinó, porque en algunos aspectos y experiencias me identifico:
“Valeria. La conocí en Buenos Aires, estuve en esa ciudad dos semanas y para mi desgracia me la presentaron en los últimos días. En una cena, me senté junto a ella. Era alta, blanca, de ojos verdes, elegante en su forma de vestir. Su intervención durante las conferencias creo que no fue inteligente, más bien, grata, amable, el caso que resultó muy aplaudida y comentada por el público que asistía aquel seminario de literatura. La cena oficial concluyó antes de la media noche. Poco después yo regresaría a México y ella se iría a un distante pueblo en la Patagonia, donde su esposo tenía un “prospero hotel”. Le propuse tomar una copa en algún sitio y ella aceptó de inmediato. La penúltima noche recorrimos tres o cuatro sitios y terminamos en su habitación haciendo el amor. Unas horas antes de despedirnos, me aferré a su cuerpo desnudo y ella al mío. Nos besamos insistente y pasionalmente sin darle tiempo a la ternura. Cuando desperté estaba en mi cuarto, con su perfume impregnándome apenas tuve tiempo para hacer las maletas y llegar al aeropuerto, donde comenzaron las nostalgias. Dos días después, le escribí la primera carta, llena de pasión, de frases amorosas. Poco después recibí respuesta. Valeria me decía cosas gratas, como, por ejemplo, el día que te conocí y te amé, ese mismo día te perdí. Ahora es un recuerdo cometa, bellísimo y fugaz, que de vez en vez aparece.”
Por lo antes transcrito se comprende fácilmente porque Valeria nunca más aparece en la novela, pues ella jamás reapareció en la vida de Emilio, sólo quedó el recuerdo de su piel, su olor, sus besos, sus gemidos, y es que, si lo analizamos fríamente, la vida se compone de instantes donde pocas cosas son duraderas, por eso a Emilio le dolió tanto la muerte de su amigo de la infancia y adolescencia llamado Sergio, porque posiblemente en la verdadera amistad podríamos encontrar una esencia más permanente ante esta vacía y rutinaria vida.
En “El Reino Perdido”, conoceremos historias encantadoras de contenido individual y social, civil y político, con historias antiguas y modernas. Al final Emilio Medina Mendoza desaparece y de manera muy imaginativa aparecerá viviendo en el año 1519, cuando estaba a punto de caer en manos de Hernán Cortes el Imperio Azteca, Emilio les iba a prevenir para que lucharan y defendieran a ese paraíso en el que vivían y así el curso de nuestra historia cambiaría: “Emilio Medina Mendoza no tuvo epitafio ni tumba, sólo el hecho contundente, escrito en el espejo humeante, que siempre vivió malos tiempos, rodeados por aborrecibles espectros.”
Correo electrónico: miguel_naranjo@nullhotmail.com