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Noreste.net.

En las faldas del volcán Pico de Orizaba sepultan al ángel guardián que es ya una leyenda en el mundo. Jefe “Layo” Aguilar su cuidador lo colocó en un ataúd de niño y adornó con flores del monte para darle su último adiós.

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Alpinistas y montañistas en caravana ascendieron hasta los 4 mil 500 metros de altura sobre el nivel del mar para despedir a “Citla”.

Creció en el cerro de La Estrella, sus padres cuidaban el acceso principal hacia el Gran Telescopio Milimétrico y ahí nació. Conoció y acompañó a miles de deportistas y familias que gustan al campismo.

De cachorro se convirtió en un perro dominante, porque aprendió a sobrevivir bajo temperaturas sobre cero grados en el Coloso de México.

“El Ángel” de la montaña sufrió agresiones de otros canes, pero aun así logró curarse de las heridas. Cuando cumplía 14 años se enfermó y ya no pudo recuperarse. Una estrella volvió al cielo, porque dio mucho amor incondicional a los montañistas y alpinistas.