La policía en Kenia mató al menos a 33 personas, y posiblemente hasta 50, e hirió a cientos más en algunas partes de Nairobi, la capital, en respuesta a las protestas tras las elecciones del 8 de agosto de 2017, según un informe difundido este lunes.
Elaborado por los organismos de derechos humanos Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW), el informe documentó el uso excesivo de la fuerza de la policía y, en algunos casos, de otros agentes de seguridad contra manifestantes y residentes de enclaves de la oposición en Nairobi.
Titulado “Maten a esos delincuentes: violaciones de las fuerzas de seguridad en las elecciones de Kenya en agosto de 2017”, el documento destacó que aunque la policía se comportó adecuadamente en algunos casos, en muchos otros dispararon o golpearon a los manifestantes hasta la muerte.
Otras víctimas murieron por asfixia tras inhalar gases lacrimógenos y aerosol de pimienta, tras ser golpeadas con latas de gas lacrimógeno, recibir disparos a corta distancia o tras ser pisoteadas hasta la muerte huyendo de multitudes.
La policía estuvo directamente implicada en la muerte de al menos 33 personas, concluyeron investigadores. Otros 17 fueron presuntamente asesinados, la mayoría de ellos en la zona de Kawangware, aunque los investigadores no pudieron confirmar los casos.
“Decenas de personas murieron y muchas más quedaron con heridas que alteraron sus vidas durante los ataques de la policía contra los partidarios de la oposición”, expresó Michelle Kagari, subdirectora regional de AI para África Oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos.
Kagari añadió que el uso mortal de la fuerza excesiva se ha convertido en un sello distintivo de las operaciones policiales en Kenia y que debe detenerse decisivamente antes de que se lleven a cabo las próximas elecciones.
Los investigadores de AI y HRW entrevistaron a 151 víctimas, testigos, activistas de derechos humanos, trabajadores humanitarios y policías en las áreas de bajos ingresos de Nairobi, que se sabe son baluartes de partidarios de la oposición.
Antes de la votación, la policía había designado muchas de estas áreas como “puntos calientes” para la violencia potencial y había desplegado un gran número de efectivos, aumentando las tensiones.
En los días posteriores a las elecciones, los partidarios de la oposición tomaron las calles en las áreas de la capital para protestar por las irregularidades en las votaciones, en las que el presidente en funciones, Uhuru Kenyatta, fue declarado ganador.
El 1 de septiembre, la Corte Suprema anuló los resultados y ordenó una nueva elección dentro de 60 días. Los nuevos comicios están programados para el 26 de octubre, pero la retirada del candidato opositor Raila Odinga el 10 de octubre creó incertidumbre sobre la nueva votación.
“Las autoridades de Kenia deben reconocer públicamente las violaciones, llevar a cabo investigaciones rápidas, imparciales, exhaustivas y transparentes, y tomar medidas de conformidad con la ley para llamar a cuentas a los responsables”, dijo Otsieno Namwaya, investigadora para África de HRW.