Inició la venta de hojaldras en panaderías del valle de Orizaba con un aumento del 10 por ciento en comparación al año pasado, bajo el argumento del alza en los insumos para su elaboración.
José Luis Apale Flores, tahonero de la colonia Moctezuma, dijo que en la víspera de la celebración de los Fieles Difuntos ofrecen hojaldras desde 25 pesos hasta 55 pesos las que llevan relleno.
“Al acercarse la fecha se aumenta la diversidad del pan de muerto, las piezas pueden tener un significado antropomorfo, que son las que representas figuras humanas”.
“Lo que hemos hecho es bajarle al tamaño, porque si le subimos más al precio la gente ya no nos compra”, agregó.
El pan de muerto es una tradición milenaria para los mexicanos, aunque hoy se ha convertido en un producto que se comercializa en tiendas departamentales y panaderías “de marca”, la realidad es que se trata de un alimento que acompaña a este pueblo desde la llegada de los españoles, el cual, por cierto, enfrenta problemas por su alto precio, lo que ha hecho que cada vez se venda menos.
El pan de muerto tiene como antecedente histórico la época de La Conquista, cuando los frailes españoles sustituyeron con ese producto de harina horneada y azúcar, una costumbre indígena en la que en realidad se mordían o se comían totalmente el corazón de las mujeres virginales sacrificada en honor a los dioses.
Las hojaldras representan precisamente un corazón travesado por dos o cuatro huesitos que se forman arriba con la misma masa de harina, yemas de huevo, azúcar y una pisca de sal.
El pan fue adoptado por los indígenas mexicanos y se incorporó a otra tradición pagana relacionada con la muerte, como lo es la ofrende de muertos, con la que se recibe a los seres queridos que ya partieron al mundo etéreo, quienes, de acuerdo con la tradición mexicana, vuelven a la tierra el 1 y 2 de noviembre.