Ansiosos pero pacientes, ojerosos pero felices. Así se encontraban hoy el medio millar de compradores que pasaron esta última noche en vela frente a la tienda de Apple de Ciudad de México para ser de los primeros en tener el iPhone X en sus manos.
“Estoy extasiado, no encuentro palabras. De estar esperando desde no sé cuánto este teléfono. Es una emoción y significa mucho”, afirmó a Efe el joven, quien aseguró que “lloró” cuando hace aproximadamente un año abrió la única tienda oficial del país en Santa Fe, una de las zonas más adineradas de la capital.
Centenares de personas formaron desde este 2 de noviembre largas colas frente a esta tienda para hacerse con un ejemplar del iPhone X, que hoy salió a la venta en 55 países y, en México, cuesta unos 23.500 pesos (1.230 dólares).
Se apuntaron su turno en la mano y pasaron la noche al raso. La incomodidad y las horas muertas les han importado poco.
Con un tapete (esterilla) y “dos suéter, tres pantalones y otras capitas de ropa”, María Luisa Delgado espera tranquila su turno.
Ella es pensionada y no sabe tanto de móviles, pero ve este evento como un acontecimiento importante y familiar. “Es fascinante, es un buen producto y es la onda con los chavos (jóvenes), aunque yo ya esté más de allá que para acá”, apuntó esta allegada de Arturo.
Gibrán Flores, responsable de recursos humanos, arribó el mediodía del jueves, pero el tiempo le pasó volando.
“Ya acabó la espera”, dijo satisfecho este joven que, pese al cansancio, va perfectamente repeinado.
En la tienda, una cincuentena de empleados atiende diligentes todas las peticiones en medio del hormigueo de entrada y salidas de clientes, pagos con tarjeta o en efectivo -fajos de billetes mediante- y equipos entregados.
Eugenio Moragrega llegó desde Guadalajara -en el oeste del país- únicamente para comprar un teléfono para él y para su tío. Como hizo una reserva, no tuvo que hacer casi cola, pero aún así quiso ser de los primeros.
En un rincón del establecimiento, lo abre con delicadeza. Le tiemblan los manos. “Son emoción y nervios”, reconoció a Efe este fan del iPhone que ha tenido casi todos los modelos.
De este, le atrae la pantalla sin marcos y el reconocimiento facial. “También es más rápido, y supongo que van a ir saliendo cosas con el uso”, agregó.
Mientras él abre su nuevo teléfono inteligente, la fila de personas se hace más larga, y llega ya afuera del centro comercial.
Una hora después de la apertura de la tienda, Rodolfo es el último de la fila.
Habla en plural al referirse a los productos de Apple – “tenemos una pantalla más grande”- como si fuera su familia. “Desde chiquito lo más emocionante que recibí fue un iPod Touch, y el poder interactuar con mis dedos fue mágico”, señaló a Efe.
A sus 19 años, aseguró que lleva todo el año ahorrando para este gran día, pese a la incomprensión familiar.
Rechazó las críticas que reciben los compradores mexicanos, un país con enormes contrastes, un 43,6 % de pobreza y en donde este celular equivale a 294 salarios diarios mínimos, de 80,04 pesos (unos 4,2 dólares).
“México necesita ser productivo y usar todas las herramientas que se les pueda proveer”, afirmó.
El sentimiento era compartido para muchos. El iPhone X es, más que consumismo, necesidad.
“Escuché en la fila alguien que decía que se podía pegar una superfiesta con este dinero. ¿Pero vas a preferir una noche de devastación, a algo que vas a tener todos los días?”, se preguntó Gibrán.
María Luisa fue más sincera todavía: “Sí, resulta caro. Pero bueno, un día comemos y otro no, sin problema”, dijo entre risas. El poder de una marca.