Varios centenares de jóvenes indocumentados reclamaron este jueves ante el Capitolio de los Estados Unidos un nuevo estatus que incluya una vía hacia la ciudadanía antes de fin de año, después de que el Gobierno de Donald Trump cancelara el pasado septiembre la Acción Diferida (DACA).
El programa, creado por la Administración de Barack Obama en 2012, permitió eludir la deportación a los jóvenes que habían llegado al país como niños, los llamados “soñadores”.
Bajo el lema “sin papeles y sin miedo”, centenares de manifestantes procedentes de 20 estados diferentes -según los organizadores-, se manifestaron en una marcha desde la Estación Central de Washington hasta el Capitolio federal.
En ella se entonaron consignas como “No a Trump y al Ku Klux Klan; no a unos Estados Unidos racistas” y la protesta se amplió a uno de los edificios del Senado norteamericano.
Durante el acto en la oficina legislativa, un total de 15 manifestantes fueron arrestados mientras desplegaban pancartas y fueron acusados de obstruir el paso, según informaron a Efe fuentes de la Policía del Capitolio de los Estados Unidos.
“La comunidad está harta y el pueblo americano está harto de que la Administración esté tomando decisiones tontas y de que estén poniendo en riesgo de deportación a los ‘soñadores’”, afirmó a Efe el director regional de la organización, Ricardo Campos, quien cifró en 800.000 el número de jóvenes afectados por la derogación de DACA.
Campos pidió a los líderes demócratas y republicanos en las dos cámaras legislativas que elaboren “un proyecto de ley limpio” con una solución permanente para que no “ponga en riesgo la vida” de las familias afectadas.
La protesta tuvo lugar paralelamente a la defensa por parte de un grupo de legisladores del papel que los “soñadores” han jugado en las Fuerzas Armadas norteamericanas.
Según el Center of American Progress, desde que Trump aboliera el programa, alrededor de 7 mil 900 jóvenes indocumentados han perdido su protección.
Eliseo Magos, joven indocumentado y beneficiario del programa DACA, insistió en la necesidad de un nuevo plan y reclamó que “ningún dólar” vaya a parar a “la bendita pared” -el muro entre México y Estados Unidos- que quiere construir Trump, ni tampoco para un incremento de los agentes de seguridad de inmigración.
Este mexicano lleva más de la mitad de su vida en Estados Unidos y pudo renovar recientemente su permiso por otros dos años, pero no su hermano, que tras la cancelación del programa quedó en un limbo y bajo riesgo de deportación.
“Toda la comunidad está afectada, si no tenemos una solución permanente nos vamos a quedar fuera y vamos a tener que regresar a un país que no conocemos; este es nuestro país”, afirmó a Efe Joseline López, universitaria de Arizona y beneficiaria de DACA que se desplazó hasta la capital estadounidense para apoyar las reivindicaciones.
López reconoció que están “asustados”, pero también “esperanzados” en que en esta ocasión los congresistas y el Gobierno “harán lo correcto”.