8O AÑOS DE CARLOS BRACHO.
En los últimos cincuenta años de vida pública en nuestro país, uno de los personajes más reconocidos es el Primer Actor Carlos Bracho, quien puede ser presentado como activista, comunista, intelectual inorgánico, torero, declamador, político crítico, no obstante, en los festejos de los ochenta años de vida de Carlos Bracho, lo presentaré en una faceta que ha cultivado de manera permanente y es la de escritor de cuentos.
El artista mexicano ha tenido una enorme trayectoria en el cine, en el teatro, en las telenovelas. Carlos Bracho es un hombre de cultura, principios, ideas e ideología, en su carrera como actor ha compartido escenarios con artistas de la talla de María Félix, de quien me confesó que su sola presencia imponía, ha representado personajes históricos e importantes en la vida de México como el de José Vasconcelos en la película: “Antonieta”. En general, hablar de Carlos Bracho es referirnos a un hombre que ha vivido intensa y apasionadamente su vida, una vida llena de experiencias, anécdotas, amores, luchas sociales, y es precisamente parte de sus vivencias las que nos presenta en el libro: “Cuentos Cínicos.”
Partiremos que estamos frente a un libro de “Cuentos”, eso implica que lo narrado es ficción, aunque no olvidemos que la realidad muchas veces supera a la imaginación. En esta bella colección de cuentos Carlos Bracho desarrolla una variedad de temas muy afín a su personalidad, en el cuento: “Una muralla de Flores”, Bracho realiza un homenaje y reconocimiento a su maestro el poeta Efraín Huerta, quien es el protagonista central de la historia: “El de la voz cantante era Efraín Huerta, claro él era el maestro, y nosotros los aprendices de brujo.”
Carlos Bracho ha sido un gran viajero, ya sea por motivos de trabajo como actor, por gusto personal, o por ir a defender sus ideas políticas, ha viajado por todo el mundo, en el libro nos encontraremos con un personaje que nos platica su bello recuerdo de la maravillosa Helga, quien es una azafata alemana:
“Quizá su español era pésimo o mi alemán infame, o no supe aclarar la situación, el caso fue que las luces de atrás, de los lados, de arriba, se apagaron y nos sumergimos en las tinieblas seductoras. Volamos al interior de nuestros cuerpos. Allí estaba ella con sus largos cabellos. Era de una palidez mortal que aguzaba los sentidos, los reducía al tacto y los lanzaba a las caricias. –Tenemos diez minutos –dijo. Y con sus dedos me afirmó el tiempo de que disponíamos para huir, para desbocarnos por las rutas de Afrodita. Su ternura y esos leves quejidos y esa forma entrecortada de decir las cosas, la hacían aparecer ante mí como algo irreal. La nave posó en tierra con suavidad. Adiós, Helga –Dije en un susurro. Adiós ojos azules como música de Wagner. Adiós cuerpo de más allá de las nubes. Adiós tú que te entregaste entera.”
Si en su viaje a Alemania, el personaje en pleno vuelo amó por un instante a Helga, luego viajará a Rusia, tal vez, a un evento del Partido Comunista, en éste viaje conoció a Farida, con ella también existirá un apasionado romance. El protagonista seguirá viajando y sorprendentemente en la ciudad de Viena, Austria, tendrá una bellísima historia de amor con la célebre cantante irlandesa Sinéad O`Connor, el cuento es magistral, sin embargo, el cuento que más me provocó sentimientos personales se titula: “Antigua”, aquí el protagonista con inmenso afecto y nostalgia nos cuenta su historia de amor con Eugenia, y utilizando la estructura de “Antigua”, el escribidor contará una historia muy similar que le sucedió a “Alonso Quijano” el cuerdo, en un lugar de adonde siempre quiere acordarse.
Estefanía significa “bien coronada”, ahora puede ser rebautizada como bien amada, rememoro perfectamente la fecha del 2 de enero, ¡Cómo olvidarla! Si en esta vida rutinaria y ordinaria, llena de vacíos, los momentos extraordinarios son los que le dan esencia y sentido a nuestra existencia, sabíamos que lo haríamos sólo una vez y que nunca más volveríamos a vernos, la hora acordada llegó, Alonso pasó por ella, ambos estaban decididos, eso no evitaban los enormes nervios, el paisaje de la sierra de los brujos lucia majestuosa, pero la belleza de Estefanía era más imponente y cautivante, llegamos a donde el destino nos había deparado un espacio para amarnos, besarnos, querernos, saciarnos, entregarnos, y antes de continuar el relato utilizaré como base las preguntas que Carlos Bracho realiza en “Antigua”: “¿Cómo describir su cuerpo? ¿Cómo especificar su altura? ¿Cómo evaluar sus caderas? ¿Cómo hablar de su cintura? Ninguna respuesta cuando hay embriaguez y aturdimiento. Pero sobre todas las cosas, ¿Cómo permanecer sin movimiento ante su pecho?”
Recuerdo al inicio cuando la besé para disminuir mis nervios, los suyos, mis manos al mismo tiempo querían acariciar su rostro y desabotonar su blusa. Un beso profundo, sentido, donde queda muy claro que el sabor, el olor, la esencia de los dos se vuelve una sola, éste fue el momento donde los nervios desaparecieron y todo se volvió libertad, entrega total, aún conservo la imagen cuando por fin desabotoné y quité poco a poco su blusa, sus pechos lucían más bellos que los cerros antes vislumbrados, su color y olor de piel te hacían viajar al infinito con el único propósito de no regresar de él, es decir, si se pudiera quedarse eternamente besándola, acariciándola, sintiendo esa sensación de calor indescriptible, creo firmemente que ese sería el verdadero paraíso. El acto continuó, en ese instante nada se interponía entre Alonso y Estefanía, de repente el final llegó, siempre llega, pero el acto ahí queda como una manifestación de amor, de pasión, de entrega total, diría Florentino Ariza, personaje de la novela: “Amor en los tiempos del Cólera” de Gabriel García Márquez: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artilugio logramos sobrellevar el pasado.”
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