A QUINIENTOS AÑOS DE LA REFORMA PROTESTANTE (III).

La figura de Martin Lutero siempre ha provocado interés, su pasión y fe son motivos suficientes para conocer su vida, pensamientos y acciones. Los interesados podemos saber de Lutero a través de los estudios históricos, la literatura, la teología, y en esta ocasión nos acercaremos al monje agustino mediante La obra de teatro titulada: “Lutero o el criado de Dios”, escrita por Francisco Prieto destacado escritor y profesor de origen cubano, nacionalizado mexicano, quien ha impartido cátedra como profesor huésped en Alemania, España, Estados Unidos, Chile, pero la mayor parte del tiempo ha vivido en Cuba y México.
En la obra de teatro Francisco Prieto nos presenta a Lutero ya siendo un personaje grande y enfermo al borde de la muerte, la obra está compuesta en dos actos y los personajes que aparecen son los siguientes: “ Martín, hijo mayor de Martín Lutero, Juan, hijo segundo de Martín Lutero, Martín Lutero, Joven 1, Joven 2, Joven 3, Madre de Martín Lutero, Padre de Marín Lutero, Cardenal Cayetano, Juan Tetzel, Una Mujer, Felipe de Hesse, Margarita de Von Der Saal, Felipe Melanchton, Catalina Bora, Dr. Jonás, médico.”
En los dos actos, Lutero mediante la imaginación o soliloquios nos hace viajar a ciertos acontecimientos importantes de su vida, en la obra Francisco Prieto no desarrolla hechos fundamentales de la Reforma como la postulación y contenido de las 95 tesis, o la presentación de Lutero en la dieta de Worms ante el Emperador Carlos V, príncipes y autoridades católicas, el autor nos presenta a Lutero el hombre que duda hasta de su fe, que sufre en la parte final de su vida, sus hijos al inicio de la primera escena tienen éste dialogo:
“Martín: Aún vive. Juan: ¡Ya deja de tomarle el pulso! Martin: ¡No tolero verlo sufrir! Juan: reconoce más bien que no soportas sus escenas. Martín: No resistía verlo borracho y triunfalista. Ahora menos, agonizante y derrotado. Juan: Nuestro padre no está vencido. ¿Cómo podría estarlo si con él ha nacido Alemania y ha renacido la fe? Martín: Él lo duda, Juan. No de Alemania, sino de lo que él sabe que… Duda de sí, duda de su salvación.”
Martín el hijo de Lutero no cree en la fe, y mucho menos en la salvación, Juan es la antítesis de su hermano, porque además de tener fe, cree firmemente en la obra y legado de su padre, al inicio los personajes que sólo dialogan son los hijos de Lutero encerrados en una habitación donde cuidan al agonizante padre, de momento en la misma primera escena aparece Marín Lutero:
“Lutero: Quien desprecia vino, mujer y canción no es más que un loco privado de razón. (Martin y Juan se dirigen, presurosos, hacia su padre. Éste no se da cuenta de su presencia. Los muchachos están ansiosos.) Martín, Martín, ¿Qué ha sido de ti Martín?
Martín: (Creyendo que su padre le habla a él.) Aquí estoy, padre. (Lutero se incorpora, penosamente, en el lecho.) Permita que le ayude. Lutero: Shshsh. ¡Que nadie se entere! Si Dios existe, me ha arrojado al mundo para ser su criado. Y a fe mía que no es mi culpa que Dios exista. La verdad es que no he sido sino el instrumento de Dios. Tanto bregar y atormentarme para morir con la certeza de una cosa así de simple. ¿Han ustedes oído bien? Tanto sufrimiento, tanto arrepentimiento y rechinar de dientes, tanto miedo para saber que yo, como Judas, he sido un infeliz necesario para la redención. Y con Judas, muero como el más humilde de los hijos de Dios.”
Entrando en acción el personaje agonizante de Lutero, empezará a narrar recuerdos y reminiscencias de su vida, la pasión y deseos que siempre sintió por la mujer (al inicio por Hildegaard y posteriormente por su esposa Catalina), el llamado que tuvo en aquella tormentosa noche donde le cayó de cerca el rayo y originó su conversión total y entrega a la causa sólo de Dios, nos cuenta la postura opositora hacia sus planes por parte de su padre Juan, pero lo narrado no siempre será un soliloquio, también existen momentos donde los hijos dialogan con el padre y claramente esas dobles y opositoras personalidades de los hijos, representan la figura de Lutero, el ejemplo se encuentra en la Escena 7:
“Lutero: ¿Qué dices, Juan? Aquí no habría, ¿Sabes?, otro endemoniado más que yo si no fuera porque ha sido Dios quien lo ha querido así. Martín: ¿Dios o su imaginación, padre mío? Lutero: ¡Calla! Martín: Y si acaso, padre, ¿No existiera Dios? Juan: ¡Martín! Martín: ¡Mierda! ¿Sabe, padre? Yo le entiendo a usted mejor que nadie. Yo sé que usted entró al convento colmado de alegría e ilusiones. Pasaron años antes de que rodara la venda de sus ojos, hasta que pudo darse cuenta de que casi todos aquellos monjes eran unos infelices o unos hijos de puta. Muchos de ellos ni siquiera buscaron como usted ser buenos. Usted se equivocó, padre. Lutero: (El escenario se ha iluminado.) Juan, es tan difícil… Juan…Yo…Bueno, es que… Es que… Yo era diferente. Supongo que Judas lo fue también. ¡Era tan vulnerable! Martín tiene razón. En el convento me fui dando cuenta de que casi ninguno de aquellos monjes se me parecía. Creo que ninguno hubiera desafiado los elementos para dar una alegría a sus padres. Seguramente pocos hubieran renunciado a la soberbia por haber hecho voto de obediencia o castigado la carne para prepararla al banquete de la Divinidad. Yo oraba, le pedía a Dios que me hiciera perseverar. En la humillación del perdón reencontraba la paz de los que han seguido la línea recta. Ahora lo único que no he perdido, lo único que me queda es la fe. Martín: Ha llegado la hora de que nos quitemos los velos de los ojos…”
La figura de Martín Lutero ha sido siempre contradictoria, controversial, polémica, sus creencias y posiciones provocaron el gran sisma a la Iglesia Católica Apostólica Romana, con el movimiento luterano nació la modernidad, es decir, la crítica como una forma de vida de las naciones desarrolladas, la lengua alemana creció y se desarrolló a plenitud, hoy a 500 años del estallido de la Reforma luterana, independientemente a si se profesa alguna religión, si se tiene fe o no, Lutero es una figura histórica relevante, en la obra de teatro Juan el hijo de Lutero, nos presenta desde mi opinión, como debe ser recordado y valorado su padre:
“Juan: No se angustie, padre. Usted hizo lo que tenía que hacer, ser fiel a la Escritura, confiar en la Escritura. Usted, padre, llevó a los hombres a las lecturas, predicó la educación para todos, incluso impulsó a las mujeres al estudio en perfecta igualdad con los hombres. Si sólo fuera por estas cosas, la humanidad tendría que estarle agradecida hasta su extinción. Al llevar a los hombres a la lectura los llevó a la palabra de Dios sin intermedio. Padre, cuanto lo admiro.”
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