Los cristianos coptos de Egipto celebran este 7 de enero los ritos religiosos de la víspera de su Navidad, con medidas de seguridad extremas por los recurrentes atentados que han golpeado a esta minoría durante los últimos doce meses.
Por motivos de seguridad, el Gobierno decidió cambiar el lugar de la tradicional misa que oficia el papa ortodoxo copto Teodoro II, que estuvo precedida por un discurso del presidente de Egipto, Abdelfatah al Sisi, y a la que asistieron numerosas autoridades.
Esta misa, el principal rito religioso de la Navidad copta, se celebró en la noche local en la catedral de la nueva capital egipcia, ciudad en plena construcción en un paraje desértico a unos 45 kilómetros al este de El Cairo, a donde todavía no tiene acceso la población.
Esta es también la primera celebración religiosa que se oficia en la nueva catedral, templo que aún está en obras, del que se ha completado el 40 % de los trabajos y que será la mayor iglesia de Oriente Medio una vez que se termine, con una capacidad para 8.200 fieles.
En su discurso en la nueva catedral, ante un público que agitaba numerosas banderas de Egipto, Al Sisi afirmó que hoy los egipcios “envían un mensaje de paz al mundo” y demuestran que “siguen unidos”.
En este sentido, horas antes la Iglesia ortodoxa copta había emitido un vídeo de Teodoro II en el que pedía a los cristianos que acudieran a la misa en la nueva capital, con el objetivo de transmitir “un mensaje a todo el mundo de que Egipto está avanzando hacia el futuro con pasos firmes”.
“El presidente Al Sisi está cumpliendo la promesa que hizo a todos los egipcios en la Navidad del año pasado, cuando anunció la construcción de una iglesia y una mezquita en la nueva capital”, comentó el jefe de la Iglesia ortodoxa copta, religión que profesa cerca del 10 % de la población de Egipto.
Al margen de en la nueva catedral, bajo fuertes medidas de seguridad, el Ministerio de Interior ha desplegado a 230.000 policías para proteger 2.626 iglesias en todo el país durante la misa de la noche del sábado, cuya duración suele prolongarse unas cuatro horas, hasta cerca de la medianoche.
Egipto se encuentra en estado de emergencia desde los atentados contra dos catedrales en el Delta del Nilo coincidiendo con las misas del Domingo de Ramos, el pasado abril.
Desde diciembre de 2016, el grupo terrorista Estado Islámico (EI), que tiene una filial afincada en la península del Sinaí, ha reivindicado una serie de atentados que se han cobrado la vida de cerca de 110 cristianos en Egipto, en iglesias de El Cairo, Tanta y Alejandría, además de un ataque contra peregrinos el pasado mayo.
En la acción más reciente, la semana pasada, un hombre armado mató a diez personas en una iglesia del barrio cairota de Heluán, en pleno operativo de seguridad por las vísperas de la Navidad.
Después de esa masacre, las autoridades reforzaron aún más la seguridad con el despliegue de militares y fuerzas especiales, que hoy están presentes en las inmediaciones de algunas iglesias, entre ellas la de la Virgen María en el acomodado barrio cairota de Zamalek.
En las calles aledañas a las iglesias, el tráfico está restringido desde hace dos semanas, como medida adicional a otras habituales desde hace años, como los detectores de metales instalados en las puertas de los templos cristianos.
El obispo Murqus, prelado de Shubra, barrio con mayor presencia de coptos de la capital egipcia, dijo a Efe que los cristianos están “acostumbrados a las amenazas”.
“Al contrario de lo que la gente imagina, esto nos acerca más a Dios. Después de los ataques, la gente va más y más a las iglesias”, comentó.
Suzette, una cristiana que reside en Zamalek, usó términos similares para referirse a la amenaza terrorista.
“Voy a ir a misa y no tengo miedo. Estamos acostumbrados a esta situación; no vamos a doblegarnos ante las amenazas. Entre los cristianos existe la creencia generalizada de que dios nos va a proteger”, argumentó.
Reconoció que en el pasado las iglesias estaban rodeadas de un “ambiente festivo” e incluso los no cristianos se unían a las celebraciones, pero “desde hace varios años los alrededores de las iglesias parecen campamentos militares” por el gran despliegue de fuerzas de seguridad.