El peso resentirá este año una depreciación mayor a la prevista, como consecuencia de la reducción de impuestos a las empresas a Estados Unidos, el efecto en la entrada de divisas al país por la caída en la producción de petróleo y la incertidumbre asociada a la elección presidencial de este año, anticipó Santander México.
La institución revisó su previsión de tipo de cambio para este año, que ahora ubicó en 18.20 pesos por dólar, 70 centavos más que su pronóstico previo, que era de 17.50 pesos por unidad de la divisa estadunidense.
El tipo de cambio del peso frente al dólar resentirá una mayor presión en la primera mitad del año y tendrá un comportamiento más estable en el segundo semestre, consideró Santander.
En el primer semestre, los factores que contribuirán a la presión en el tipo de cambio, explicó, están relacionados con una mayor percepción de riesgos relativos a la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), del que forman parte México, Estados Unidos y Canadá, debido a propuestas controversiales del gobierno estadunidense. A este proceso se sumará la volatilidad financiera asociada a las elecciones del 1 de julio próximo, que incluyen la renovación de la Presidencia.
Un tercer factor que afectará la cotización del peso tiene que ver con alzas en las tasas de interés de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, por el impacto de la refoma fiscal de Estados Unidos en el déficit presupuestal de aquel país, añadió Santander.
A finales del año pasado, el Congreso de Estados Unidos dio luz verde a una propuesta del presidente Donald Trump para reducir de 35 a 21 por ciento el impuesto a las ganancias de las empresas y de eliminar barreras tributarias para la repatriación de capitales. Esas medidas, elevarán la deuda pública estadunidense en un monto estimado en 1.5 billones (millones de millones) de dólares. Ello puede elevar la tasa de interés de los bonos estadunidenses y, en ese sentido, aumentar los flujos de inversión hacia esos instrumentos por su mayor rentabilidad a costa de otros mercados.
De acuerdo con Santander, otra causa de la mayor depreciación del peso en el primer semestre será el alza esperada en las tasas de interés por parte de Reserva Federal, que puede ser de hasta tres cuartos de punto porcentual a lo largo del año.
El tipo de cambio del peso, agregó, también será presionado por la “elevada incertidumbre” sobre la evolución de la producción petrolera en México, que en 2017 ha registrado uno de sus peores desempeños en el periodo reciente, con una caída anual de 10 por ciento.
“Durante la primera mitad del 2018 podrían registrarse variables que llevarían al peso hasta su nivel más débil en torno a 21 a 22 unidades por dólar hacia los meses de abril y mayo. Ello resultaría en presiones adicionales sobre la inflación: energéticos, mercancías, aunado a la volatilidad en los precios de algunos productos agrícolas”, mencionó.
En ese sentido, comentó que la inflación al cierre del año se situará en torno a 4.2 por ciento, ligeramente mayor al 4.1 previsto hasta ahora, debido a que en la segunda mitad del año prevé una apreciación del peso.
Ante ello consideró que el Banco de México elevará su tasa de interés en dos ocasiones, de un cuarto de punto cada una, la primera en febrero y la segunda entre mayo y junio dependiendo de las presiones en el tipo de cambio. Antes sólo anticipaba la subida de febrero.
Para la segunda mitad del 2018, anticipó un mejor desempeño del tipo de cambio, para que cierre el año en 18.20 unidades por dólar, 70 centavos arriba de la previsión anterior, que era de 17.50 pesos por dólar.
“Prevemos que las negociaciones del TLCAN continuarán a lo largo del 2018, con noticias positivas en el segundo semestre. Al final de las mismas el acuerdo prevalecerá con beneficios para las tres economías; un crecimiento moderado pero sostenido de la actividad económica de México: crecimiento del sector exportador, servicios, remesas e Inversión Extranjera”.
Otros factores que influirán en la cotización de la moneda en el segundo semestre, añadió, son: una postura de cautela de la política monetaria que buscará consolidar la tendencia de la inflación hacia el rango-objetivo. Anticipó un recorte de la tasa objetivo hacia el final del año a 7.50 por ciento, apoyado en la apreciación del peso, una tendencia a la baja de la inflación y expectativas sobre la misma por debajo del 4 por ciento para 2019; también consideró que, después de la elección presidencial, habrá continuidad de la política económica favoreciendo la implementación de las reformas estructurales, consolidación de las finanzas públicas y autonomía del banco central.
“La revisión del cierre a 18.20 pesos por dólar responde al posible impacto de la reforma fiscal en Estados Unidos para México y la debilidad de la producción de petróleo. Así como, presiones de alza en las tasas de interés de los bonos del Tesoro de Estados Unidos por la ampliación de su déficit presupuestal”, estableció.