“La Justicia de Enero.”
El pasado 3 de enero se recordaron los 25 años del fallecimiento del extraordinario escritor jalapeño Sergio Galindo, quien además de narrador fue fundador de instituciones culturales, como la revista de la Universidad Veracruzana: “La Palabra y el Hombre”, y el primer Director de la Editorial de la misma casa de estudios. Las aportaciones de Sergio Galindo son amplias, pero sin ninguna duda cuando se hace mención de su nombre inmediatamente aparece la imagen del narrador por excelencia, por lo tanto, a 25 años de su muerte lo recordaremos dedicando el presente mes a conocer parte de su narrativa e iniciamos con la novela titulada: “La Justicia de Enero” publicada en 1959.
En la novela el escritor nos lleva a vivir a la ciudad de México, en esta ocasión se aleja de Xalapa y sus regiones como (El Bordo y Las Vigas,) para situarnos en la gran urbe, bajo el escenario señalado los personajes galindeanos vivirán de acuerdo a sus principios, valores, pasarán por conflictos personales, pobrezas, angustias, corrupciones, desesperaciones y sobre todo muchos momentos de enorme vacíos, todo lo que sucede en la vida de los personajes es un amplio reflejo de lo que acontece en la vida de la gran ciudad.
La ciudad de México es el gran escenario, pero Galindo parte de una institución de Gobierno como es la oficina de Migración donde laboran la mayoría de los protagonistas de la novela, a los personajes los podemos ir conociendo por bloques, familias y conflictos, Pedro Ruiz Castro, Héctor Loeza, Gregorio Ferat, Alberto del Campo, Víctor Rivas, todos ellos con diversos rangos son agentes de migración, fuera de la oficina aparecerán sus víctimas de muchas nacionalidades, pero particularmente aparece el nombre de un inmigrante francés llamado Claude Rennie Vossler, quien será permanentemente buscado para ser enjuiciado por el delito de homicidio, los demás extranjeros son aprehendidos y expulsados del país.
Pedro Ruiz vive con su esposa Mercedes y dos pequeñas niñas, éste agente está obsesionado en buscar y encontrar a Claude Raniie para que sea enjuiciado, ha investigado sobre sus orígenes en Francia, su educación, la relación con su liberal madre, ha interrogado a sus amigos, novias, amantes, etc. e incluso es tanta su obsesión por hacer justicia que tiene años que no sale de vacaciones con su esposa por cubrir distintas comisiones e investigaciones sobre el personaje francés, su esposa como es de esperar vive infeliz y constantemente le pide a Pedro que reflexione, que lo suyo es una obsesión y lo más sano es convivir con la familia, disfrutar de su amor, salir de vacaciones.
Héctor Loeza es amigo de Pedro, a través de Mercedes la esposa de Pedro Ruiz conoció a Cecilia, se enamoraron y al mes se casaron, Cecilia es una joven guapa, atractiva, una mujer que soñaba con ser feliz llevando una vida tranquila, alejada del bullicio, la madre de Cecilia llamada Marcela siempre fue una mujer protectora, manipuladora y de manera directa e indirecta nunca permitió que el matrimonio de Héctor y Cecilia se consolidara, aclarando que no toda la culpa fue de Marcela, pero al final esta pareja terminó divorciándose y aquí empezará toda una trama en la novela sobre éste amor fallido.
Gregorio Ferat es un personaje que va poco a poco adquiriendo relevancia en la historia, es el funcionario de menor jerarquía y sueldo, ve a los extranjeros que no tienen documentos como una oportunidad única de hacerse de recursos extras para llevar a la familia, lo impresionante de éste personaje es que con naturalidad cree que tiene el derecho de sobornar a un extranjero para que no sea expulsado del país:
“Ferat se puso a hacer cálculos. No. Era imposible comprarle una blusa en esta quincena. Ni un pañuelo siquiera. Pensó en las investigaciones que tenía pendientes. Una era de un rumano, la otra de un austriaco. Pero eran órdenes viejas, trabajadas ya por otros inspectores, no lograría sacar ni un solo centavo de las dos. Le pediré a Del Campo unas nuevas – se dijo –. Yo lo ayudé en lo de Rivas, ahora él debe ayudarme. Necesito dinero. Pensó con rencor en Loeza, en Ruiz Castro, en todos aquellos que tenían la oportunidad de recibir los mejores casos. Como la mujer que habían detenido ayer ¿Cuánto le habrán sacado?, se preguntó. Era falsificadora de pasaportes y pertenecía a una banda muy bien organizada.”
En las búsquedas de extranjeros sin documentos, posibles delincuentes, extorsionadores, los agentes de migración ¡justos aplicadores de la justicia! detuvieron a la italiana Etna Vicenci, la enviaron a la Estación de Migración, allí sufrían torturas para que declararan y todo lo demás que el lector pueda imaginar. Víctor Rivas le tocaba hacer guardia en la Estación y se enamoró de Etna, cuando el amorío se salió de control y la información llegó a la jefatura, Víctor fue enviado de comisión y a su regreso se enteró que la italiana había sido enviada en un vapor a su tierra natal, no había cometido ningún acto fuera de la ley, pero como Víctor no era del agrado del jefe, éste se vengó expulsándole a su amor, Víctor dejó el trabajo y se fue por ella.
Historias y más historias, no he contado la vida del personaje más buscado, me refiero al francés Claude Rennie, le anticipo que al final lo aprehendieron y por falta de elementos de prueba la resolución judicial fue regresarlo a su país, pero Héctor Loeza no podía permitir se cumpliera semejante injusticia, él actuó para vengar los asesinatos del francés, porque al final la justicia de enero es como el propio mes, cambiante, y Pedro Ruiz casi al final de la novela reflexionaba tratando de modificar el rumbo de su vida, de su actuar:
“Espera, espera. ¿Qué es la justicia? Antes trabajamos en la judicial, allí perseguíamos a nuestros compatriotas también, ahora nos dedicamos a los extranjeros nada más, pero hace mucho que perseguimos a alguien, husmeándolo como puede hacerlo un perro de caza, y aunque no se quiera o mejor dicho, aunque no sea cierto, hemos representado la justicia o cuando menos hemos formado parte de ella, pero, ¿Qué demonios es?…”
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