Arremanga su camisa y me muestra sus tatuajes en ambos antebrazos… en el primero, se lee la leyenda: “Familia. Donde la vida comienza y el amor nunca termina”. El segundo, es dedicado para su hija Camila. Para Karime y Sergio Alessandro, sus otros dos hijos, con un ademán de manos, me señala su espalda. Allí los lleva. Confiesa que fue un rebelde, tanto, que a sus quince años, se hizo un tatuaje tribal que no tenía una razón de ser a diferencia de los que me mostró; incluso, toma entre sus dedos el lóbulo izquierdo y me señala una de sus últimas cicatrices del Sergio Hernández Hernández indómito… allí alguna vez hubo un arete.

II

Platico con el precandidato del distrito 11, Xalapa rural, Sergio Hernández Hernández, y recuerda al niño que a los siete años llegó a esta ciudad capital después de haber vivido parte de su infancia en Mata Verde (Alto Lucero), donde su mami, doña Reyna, se echó a cuestas darle casa y sustento después de que enviudara cuando él tenía seis meses de edad. Pero a sus siete años llegó con una nueva familia: Martín Espinoza Roldán deja el seminario y se casa con doña Reyna.

En Xalapa llegan a la colonia Luz del Barrio, y en un terreno, su papá Martín Espinoza levanta una casa de cartón, con piso de tierra, y su cama era un catre plegable. Aun con las carencias que le toca vivir en esa época, disfrutó su infancia entre juegos de futbol o de hacer un envase de frutsi, una regadera.

Tres años después, se cambiaron a Valle de Cristal, y ahí empezó a hacerse algo “independiente”. Iba y venía de un extremo a otro de la ciudad solo… y quizás esos aire de libertad, le originaron una serie de problemas propios de la adolescencia: la rebeldía.

III

A don Martín poco le importaba que Sergio tuviera el turno vespertino en la secundaria. La orden era levantarse a las siete de la mañana y la encomienda era ayudar a doña Reyna, ya fuera en la casa lavando trastes o limpiando el baño, o en la venta de tamales y chiles rellenos.

Con trece años encima, Sergio se asoció con una persona para acondicionar un terreno abandonado allá, en Valle de Cristal, y tras varias jornadas, hicieron un pequeño campo de futbol y organizaron un torneo donde se registraron diez equipos… al final, obtuvo dos mil pesos.

Inquieto, rebelde, con aires de independencia, para estar con los amigos, echar novio, chocan con la hora de llegar a casa. Si a ello se le suma el tatuaje tribal así como un arete; los zapatos de plataforma o los cortes de cabello, acabaron porque a los 15 años, dejara la casa y tuvo que buscar un trabajo… así se convirtió en chofer de un arquitecto, pero la paga no era buena. Al año, regresó a su casa “con la cola entre las patas”. Quizás menos rebelde, pero aún demasiado inquieto.

IV

–“¿Quieres hacer algo? ¡Métete a la política!”, le dijo en alguna ocasión su papá.

–“¡Me da hueva! ¡Son transas!” eran las respuestas de Sergio, hasta que acompañó al registro de Gonzalo Herrera Barreda y se involucra con las redes de Acción Juvenil, que lo invitan a participar en diversas actividades que iban desde ir a los hospitales a ofrecer café y pan o hasta viajar a diversos municipios de la entidad, por lo que conocer Coatzacoalcos o Córdoba, para él era como el mejor pago que pudiera tener, pues sólo conocía Mata Verde y Xalapa, así como Cardel, que quedaba de paso. A sus 17 años, ya era coordinador operativo de los jóvenes del PAN. Y de ese momento, su carrera política va en ascenso. A sus 19 años, participa en un programa llamado Escudo Democrático y le toca trabajar en Tuxpan ¡ganando 23 mil pesos mensuales! Para esas fechas, y con ese sueldo, deja su casa, se compra un Derby (que su padre le vende en pagos) y recuerda las palabras de su tío Juan Manuel Nieto Reyes: “El día que salgas de la casa de tus padres, es cuando harás tu propio patrimonio”.

V

Con trece tíos y unos 40 primos, las fiestas de navidad, por citar algunas, eran bailes… sus primas le enseñaron a bailar… ¡y le gustó! No se imaginó que de cierto modo, su gusto por el baile, lo habría de llevar a conocer a Laura, su esposa. Fue en El Relicario, durante una reunión de jóvenes panistas, que bailando con sus compañeras, le tocó hacerlo con Laura y lo acepta: ¡Baila mejor ella que él! Y si encajaban a la hora del baile, cuando platicaron, hubo una gran coincidencia… la infancia de Laura se dio en la Luz del Barrio, justo a cuadra y media de donde él vivió… ¡ambos conocían a los mismas vecinos!

VI

–¿Por qué no buscar la Pluri?

Me responde que porque ya lo fue. Ahora quiere buscar los votos y si bien, aún espera la decisión de su partido para ver si lo postulan como candidato, a él le queda claro, porque lo ha vivido, que ser espectador en la sociedad, no sirve de nada. Entiende que “somos desconfiados, pero se trata de fomentar lazos entre la sociedad… y no se trata de derecha o izquierda”, pero sí del centro, entendiendo éste que si hay un cambio, debe partir de uno mismo”.

VII

El mes de mayo le resulta muy especial a Sergio Hernández… ¡no es para menos! Tanto Karime (cinco años), Sergio Alessandro (3) y Camila (rumbo al primer año), ¡nacieron en mayo! Y si a ello le suma el 10 de mayo, día de las madres, uno podría decir: ¡Qué más puede ocurrir! Casi nada, sólo que el cumpleaños de su esposa Laura ¡es el 19! Se ríe. Disfruta a su familia. Pero su amor por ella no sólo se circunscribe a Laura y sus tres hijos, sino alcanza a su padre Martín y a su madre Reyna. Por eso lleva a su familia en la piel, como un eterno recordatorio de que no hay nada más valioso en la vida que ella.

smcainito@nullgmail.com