Cyril Ramaphosa aseguró hoy que luchará contra la corrupción en su primer discurso tras ser elegido como presidente de Sudáfrica, un día después de la renuncia de su antecesor Jacob Zuma, quien enfrenta numerosas acusaciones de cohecho.
Ramaphosa era el único candidato nominado y fue elegido como presidente del país la tarde de este jueves en el Parlamento, dominado por el partido gubernamental Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), según lo validó más tarde el presidente del Tribunal Supremo, Mogoeng Mogoeng.
En su mensaje inaugural, el nuevo presidente destacó como prioridad la lucha anticorrupción, pero afirmó que mañana viernes detallará su plan para combatir ese flagelo en su discurso sobre el Estado de la Nación, exposición que debía haber dado Zuma pero que fue pospuesto ante los llamados a su dimisión.
“La captura del Estado y los problemas de las empresas estatales son cuestiones que están en nuestra pantalla de radar. Esos son problemas a los que nos referiremos y explicaré cómo planeamos abordar eso en el Estado de la Nación de mañana”, sostuvo.
Ramaphosa también extendió una rama de olivo a los partidos de oposición, a los que pidió trabajar juntos en favor de Sudáfrica, a pesar de las alianzas que compiten entre sí.
“Una de las cosas que trataré de hacer es buscar trabajar con todos los partidos políticos, reunirme con los líderes de todos los partidos políticos, de modo que podamos tratar de encontrar una manera de trabajar juntos”, dijo el mandatario electo.
Ramaphosa fue elegido líder del ANC en diciembre pasado y ahora como presidente del país, en reemplazo de Zuma, quien renunció la noche del miércoles en un discurso transmitido en vivo a la nación, tras semanas de tensión, de acuerdo con reportes del periódico sudafricano Mail & de Guardian.
Jacob Zuma fue acusado de 783 cargos de corrupción relacionados con contratos públicos para la compra de armamento en 1999, pero después de ganar la elección presidencial en 2009, la Fiscalía decidió retirar las acusaciones, argumentando que el proceso interferiría en la vida política del país.
Sin embargo, en noviembre del año pasado, el Tribunal Superior de Sudáfrica estimó necesario que fuese enjuiciado y solicitó la reapertura del caso. Desde entonces la oposición política y su propio partido exigían la renuncia de Zuma, quien se dice inocente de los cargos que se le imputan.
Debido a que Zuma se negaba a dimitir, su salida del poder fue negociada por el mismo Ramaphosa, cuya elección como jefe de Estado fue recibida con cauteloso optimismo por los partidos de oposición en la Asamblea Nacional que pronunciaron buenos deseos, advertencias e incluso amenazas.
Sin embargo, la sola renuncia de Zuma hizo saltar 4.0 por ciento al principal índice bursátil de Sudáfrica y se encaminó a su mayor ganancia diaria en más de dos años, debido a que los inversores elogiaron el fin de una administración de nueve años plagada de acusaciones de corrupción.
Ramaphosa será presidente hasta las elecciones del próximo año y ha prometido impulsar el crecimiento y erradicar la corrupción, pero enfrenta una batalla cuesta arriba para ganar apoyo público e inversionista.