Allá por el 2002, tuve la oportunidad de entrevistar al Brujo Mayor Tito Gueixpal con motivo de un Primer Viernes de Marzo. No tendría nada de extraordinario de no ser por el hecho que marcó la anécdota a esa visita. Muy independientemente de que en un cajón, a simple vista había muchos fajos de dinero, fue que durante la plática, se apagó en dos ocasiones la videocámara que llevaba. Si ya el lugar estaba enmarcado entre santos, retratos y animales disecados cuyas sombras bailaban al ritmo de las velas encendidas, ¡imagine el lector a ese misterioso hombre hablando de las fuerzas sobrenaturales más allá de nuestra comprensión y que se le apague su equipo!

Sí, aquella ocasión, salimos como ciscados la mujer y yo, que para ese entonces, ya me acompañaba en mis aventuras.

No sé si haya otro país como México (seguro debe haber muchos, pero no los conozco) que viva con tanta vehemencia esa imperiosa necesidad de depositar a veces la esperanza de tanto en algo más poderoso que no es tangible. Creo que todos, de un modo u otro, participamos en ello. Por ejemplo, acá entre nos, en mi cartera hay tres cosas que no me pueden faltar nunca…

1.- Un billete de tres pesos que me regaló mi amigo Rodolfo Zúñiga Hernández… y antes de que critiquen a mi cuate, son 3 pesos cubanos, y me los dio bajo esta leyenda: “para que nunca te falte dinero en tu cartera”, ¡y es cierto! desde ese momento en que me dio ese billete, nunca me ha faltado marmaja en la cartera… siempre traigo tres pesos… cubanos, pero pesos.

2.- Bueno, no… realmente traigo más… en mi cartera tengo una moneda de 50 pesotes que me regaló otro gran amigo, Pepe Zaydén Domínguez, el numismático mayor de Xalapa. Dicha moneda fue acuñada allá por 1983-84 y tenía en su cara a Coyolxauhqui, la diosa mexica de la luna. ¿Se acuerdan de esa historia? Es una mujer desmembrada por Huitzilopochtli. Según la leyenda, él salvó a su madre Coatlicue “al descuartizar a su hermana, cortarle la cabeza y arrojándola al cielo… La hija quería matar a la madre…”. Me gusta la moneda y la considero de buena suerte. A Brenda igual le regaló una.

Por cierto, hay una “cazadora de monedas” muy peculiar… es Mariana Dunyaska, y cada que le cae una de 20 pesos, acuñada hace casi cuatro años, la hace parte de su colección. ¿Por qué? ¡Ah! porque en noviembre de 2013, presentó una iniciativa en San Lázaro cuando era diputada federal, para que se hiciera una moneda conmemorativa del 100 aniversario de los defensores de Veracruz de 1914, “pues representa uno de los hechos más significativos en la historia de nuestro país atendiendo a la trascendencia que para los mexicanos ha tenido la lucha contra el intervencionismo extranjero”, defendería su postura en aquella ocasión Mariana Dunyaska, quien ensalzaba tres características del veracruzano que hoy, en estos tiempos, deberíamos de volver a pulir: lealtad, patriotismo y valentía. ¡Ah! y casi estoy cien por ciento seguro que si usted le pide a la diputada que le muestre la moneda, es seguro que traiga una en su bolso.

3.-Traigo un Sagrado Corazón de Jesús. Desde mi infancia, este ícono religioso me acompaña por la leyenda que mi madre entretejió con mi nacimiento. Dice que el médico, al momento del parto, le dijo que o vivía yo o vivía ella pero no los dos… ella me puso en manos del Sagrado Corazón de Jesús para que me salvara ¡y zaz! llegué al mundo aunque el costo fue que se le antecogiera el nervio ciático a mi madre, ¿cómo? ¡no sé! pero salió del hospital con una pata más corta y un hermoso bebé en brazos a quien en agradecimiento al Sagrado Corazón de Jesús, le puso Salvador. El devocionario en miniatura, más chico que una credencial del IFE, me lo regaló Felipe Hákim Simón, una ocasión que me invitó a desayunar.

Total que hoy, en este Primer Viernes de Marzo, el misticismo, la brujería, lo mágico, se apodera de muchos en espera de que su destino cambie para mejorar… por mi parte, en esa cartera, salgo un viernes, lunes o cualquier día, de cualquier mes, a enfrentar mi realidad, pero convencido de que si bien, no está llena de billetes, sí de buena vibra de pocos amigos que son de verdad. Así, es imposible sentirse “bruja”.

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