El centro de la ciudad se encuentra fuertemente invadido por comerciantes ambulantes, situación que se ha mantenido igual en los últimos años sin que las autoridades correspondientes se encarguen de regularizar dicha situación.
Al paso de los años y de las administraciones municipales, las aceras del primer cuadro lucen idénticas —llenas de vendedores y puestos—, pues se permite que los comerciantes ambulantes se instalen indiscriminadamente a cambio de una pequeña cuota diaria.
En cambio, los comercios establecidos deben enfrentar el pago de renta de local, empleados, impuestos y servicios como teléfono, agua, luz o internet, mientras que las ventas en el municipio se han desplomado debido a la crisis económica que atraviesa la región por los recortes en la industria petrolera.
La queja sobre esta situación ha sido reforzada por Soledad Esponda, conocida líder de los locatarios del mercado campesino en “El Repasto”, quien argumentó que además de que los puestos que rodean la central de abastos alejan a los clientes, los peatones también se arriesgan al obligarse a caminar por el arroyo vehicular, ya que las banquetas están ocupadas.
La lideresa comentó que el mercado fácilmente está rodeado por unas 15 camionetas, más los puestos que se han colocado a lo largo de la calle Francisco I. Madero y de la calle que conecta a esta con el mercado, por lo que las personas llegan a comprar afuera y así no ingresan al inmueble.
Pero no sólo es la cuestión de la competencia desleal, la que apunta la entrevistada, sino que observa cómo los niños y adultos deben caminar sobre la calle con riesgo a ser atropellados por un automóvil, pues las banquetas —que de por sí son angostas— están ocupadas por puestos de frutas, alimentos y otros objetos.
Soledad Esponda exigió que el Gobierno local realice una revisión de este caso para disminuir la competencia desleal, toda vez que la mayoría de los vendedores provienen de otras ciudades, mientras que los locales son los que más se ven afectados con esta situación.
