MUJER Y TEATRO, DOS PASIONES. (II)

En “El Galán de ultramar” el español Juan José Fierro de Lugo sin estar enamorado se casó con Chona la hija del adinerado Sebastián Santander, quien además de ser el jefe de Juan José, ahora era su suegro. Juan José desde que bajó del barco se enamoró a primera vista de Amanda Baeza y ella de él. Amanda incomprensiblemente le puso como condición a Juan José que, si quería estar con ella, primero debería casarse con Chona. La boda se llevó acabo y en esa misma noche del matrimonio, Juan José hizo el amor con Amanda y ella disfrutó completamente de su amante.
Continuando con esta maravillosa historia toca el turno a la obra: “La amante”. Los personajes principales de “El Galán de ultramar” se mantienen en escena y se integran algunos como complemento, los hechos narrados suceden diez años después de lo acontecido en: “El Galán de ultramar”. Lo anterior implica que Juan José tiene diez años siendo esposo de Chona, pero en realidad son diez años amando y pasando el mayor tiempo de su vida con Amanda Baeza.
Es importante no olvidar que Gervasio Cabrera estuvo enamorado de Chona y Don Sebastián Santander no autorizó el matrimonio entre ellos por ser Gervasio hijo mestizo de una india llamada María Estrella. Lo interesante es que en esta pieza teatral: “La amante”, todo inicia con los festejos del bautizo de Estrella, hija de Sebastián Santander Brito y Julia Cabrera de Santander, quien a la vez es hermana de Gervasio, pero como ella no tiene rasgos indígenas a Don Sebastián Santander le interesó que su hijo se casara con Julita.
El que con el paso de los años vivía resentido, frustrado y amargado era Gervasio, en plena fiesta del bautizo de su sobrina le pidió a su cuñado Sebastián corriera de la hacienda a Juan José. En esa misma noche se dará un fuerte encuentro entre Gervasio y Juan José, ambos salieron muy lesionados e incluso Juan José fue hallado inconsciente por el Doctor Apolinar, quien decidió llevarlo a la casa de Amanda Baeza para allí atenderlo de las heridas.
“Amanda: Tome asiento, doctor Camden. (Ella lo hace, él también) No sé cómo agradecerle que me lo haya traído. ¿Se lo pidió él? Don Apolinar: No, señora, cuando lo encontré me dirigía a una fiesta, en La Paloma. Él estaba inconsciente, en medio de hierbajos, apenas pudo reconocerme. Recobró el sentido una vez y no quiso decirme quien lo había golpeado. (Pausa.) Amanda: No lo llevó usted a casa de su esposa. Don Apolinar: Me pareció que aquí sería bien atendido. Amanda: Mi agradecimiento no tiene límites. No sé lo que hubiera hecho si no me fuera posible ni siquiera verlo.”
La dramaturga Luisa Josefina Hernández en estas obras de teatro nos está presentando a una sociedad mexicana del siglo XIX, clasista, hipócrita, machista, convenenciera y vacía, les interesa más lo que piense y opine la gente, que vivir su vida como ellos quisieran, el sentimiento de rencor y odio están por encima de la felicidad y la paz interna, esto lo podremos seguir percibiendo en la historia de amor y desamor de los tres personajes Juan José, Amanda y Chona.
Todos sabían que Juan José se recuperaba de sus lesiones en la casa de la amante, él se sentía no tan solo recuperado, sino completamente feliz por estar día y noche en casa de Amanda. Don Sebastián Santander fue a ver a su hija Chona para preguntarle por el paradero de Juan José, supo que algo le había pasado, Chona le dijo a su padre que en los diez años de casados, Juan José la mayor parte del tiempo estaba fuera de casa y que si de vez en cuando regresaba era porque tenían una hija llamada Sofía:
“Chona: Bueno papá. Juan José aquí no viene. Está en las haciendas o con su amante. (De pronto el sentimiento amargo, violento.) Aquí puso un cuarto en el fondo del patio, allí está su ropa, su espejo, su baño. Si yo de vez en cuando, ya muy tarde, hecha una loca, no atravesara el patio, a veces lloviendo, y le pidiera posada, si no golpeara su puerta con los puños, si no gritara; no lo vería en años. Así tuve a Sofía, a los otros y a éste. Si no hiciera eso, no tuviera hijos y hubiera traducido mis textos latinos.”
La verdadera preocupación de Don Sebastián en saber de Juan José, era porque además de apreciarlo, le administraba todos los negocios, no le preocupaba ni mucho menos le ofendía que tuviera una amante, en esa época lo normal consistía que un hombre de clase y posesiones tuvieran varias amantes: “Don Sebastián: Siempre he dicho que es mal negocio tener una sola amante. (Chona lo mira con sus ojos claros, duros.) Vamos, encanto. Y déjame decirte, Chona, que tu situación no es tan mala. Fíjate bien y veras a tu alrededor desgracias mayores. Lo malo es el antojo. Chona: Lo malo es el antojo. El antojo es el infierno.”
La historia continua, Gervasio Cabrera después de llevar una vida de incomprensión y humillaciones raciales, decidió quitarse la vida. Amanda Baeza le confesó a su amor Juan José que tiene cáncer y le pide la acompañe a Cuba a curarse. Juan José se reúne con Don Sebastián y Chona, como un hombre de bien da la cara y les dice que se va a Cuba con su amante, pero que sus dos hijas recibirán mensualmente su pensión.
El día del viaje llegó, Don Sebastián llevó una orquesta para despedir a su apreciado yerno Juan José, se dan abrazos, y: “Don Sebastián: Ya sabes, en mi mesa están puestos tu plato y tu vaso, para toda la vida. (A Amanda.) Para servirla, señora. Se lo digo en serio.”
Amanda es un personaje que busca ir contra corriente, considero que prefirió ser la amante de Juan José como una forma de protesta contra esa sociedad de doble moral. Si bien Amanda es la amante, ella ha amado de manera sincera, su entrega es total, pasional, sin límites ni prejuicios.
El viaje a Cuba ha iniciado, si Amanda Baeza continuará con vida lo sabremos al seguir leyendo esta magistral historia, de momento puedo sentir que dentro de este universo vacío parece que el personaje de Chona pretende revelarse y convertirse en una mujer autónoma, independiente, digna, sin embargo, mejor habrá que esperar para confirmarlo, pero resulta esperanzador escuchar a Concepción Santander decir: “Chona: (Picará de pronto.) No importa. Soy una mujer herida y sé latín. Tengo derecho a la palabra.”
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