Postrándose en tierra, acostado con su mirada hacia el suelo y sus vestiduras rojas, el Papa Francisco introdujo la ceremonia de adoración a la cruz este Viernes Santo en la Basílica de San Pedro.
En la segunda jornada del Triduo Pascual, el Papa intervino muy poco. Escuchó con una multitud el relato de la pasión según el evangelio de san Juan y la posterior homilía, pronunciada por el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa.
El fraile capuchino habló sobre la relación del apóstol Juan, el único que permaneció con María a los pies de la cruz, con Cristo y destacó que su historia demuestra la importancia para la Iglesia de acercarse a los jóvenes.
“Encontrar personalmente a Cristo es posible, también hoy, porque él resucitó; es una persona viva, no un personaje. Todo es posible después de este encuentro personal; nada, sin él, cambiará verdaderamente en la vida”, dijo, hablando en italiano.
Más adelante constató que el “mezclarse” con el sufrimiento y la marginación es, “paradójicamente”, el mejor modo de “separarse del mundo”, porque es ir más allá, donde el mundo evita ir con todas sus fuerzas. “Es separase del principio mismo que rige el mundo, es decir, el egoísmo”, añadió.
Instó a rechazar el mundo construido “bajo el dominio de Satanás y el pecado”, que se difunde mediante las “infinitas posibilidades de la técnica” y al cual el individuo “difícilmente se puede sustraer”.
“Nos atenemos al espíritu general, lo consideramos evidente. Actuar o pensar o decir algo contra él es considerado cosa absurda o incluso una injusticia o un delito. Entonces no se osa ya situarse frente a las cosas y a la situación, y sobre todo a la vida, de manera diferente a como las presenta”, precisó.
Eso, advirtió, es “conformismo” y “adaptación al espíritu de los tiempos”; pero aseguró que los jóvenes tienen la capacidad de tomar la dirección contraria.
“¡Sean de los que toman la dirección opuesta! ¡Tengan la valentía de ir contra corriente! La dirección opuesta, para nosotros, no es un lugar, es una persona, es Jesús nuestro amigo y redentor”, exclamó.
Por la noche de este Viernes Santo, el Papa Francisco continuará con las celebraciones de la semana mayor presidiendo el rezo del Via Crucis ante miles de personas en el Coliseo Romano.
TFA
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