Las personas con autismo presentan problemas a la hora de identificar sus propias emociones, lo que les provoca dificultades también en la relaciones interpersonales y constituye todo un reto con el que convivir, contó a EFE la directora de DOMUS Instituto de Autismo de México, Judith Vaillard.
Aunque esto no quiere decir que no sientan, rían, sufran y se expresen de peculiares formas, las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) sufren de alexitimia, es decir, la “dificultad de ponerle nombre a las emociones”.
La psicoterapeuta especializada en personas con autismo expresó que, precisamente por esto, debe apostarse más por la terapia emocional a la hora de tratar a los pacientes.
“Habitualmente se desecha por completo la terapia emocional y en la etapa juvenil y adulta existe una repercusión”, aseguró.
Hoy 2 de abril se celebra el Día mundial de Concienciación del Autismo, una alteración del neurodesarrollo que se manifiesta a muy temprana edad y que se expresa de manera diferente en cada persona.
“La características principales son fallas persistentes en las relaciones sociales, patrones de conducta repetitivos e intereses limitados”, expuso la psicoterapeuta.
Asimismo, consideró importante aclarar que “las personas con autismo no tienen problemas de lenguaje, tienen problemas de comunicación”.
Existe en ellos “una verdadera dificultad para comprender el entorno social, el lenguaje no verbal, el lenguaje verbal, las señas, los guiños, esto que comunicamos con el cuerpo que para todos nosotros es sencillo pero para ellos es sumamente complejo”.
Esto se explica porque para relacionarse con gente se requiere una inteligencia dinámica que ellos no tienen tan desarrollada.
En cambio, utilizan la inteligencia estática, esencial para actividades como utilizar la computadora, que habitualmente supone “un refugio” para este tipo de personas.
De acuerdo con Vaillard, lo predecible -como es el caso de la tecnología- es un alivio para ellos, ya que todo lo que irrumpe en su tranquilidad, como ruidos o cambios bruscos, les perturba.
“De ahí este gran interés que ellos muestran en las cosas muy objetivas, muy constantes, los juegos de video, las computadoras, no porque sean súper genios en eso, en realidad es como una especie de refugio donde no les cuesta trabajo estar”, detalló.
Las personas dentro del espectro presentan un “estilo de pensamiento rígido, lineal”, con intereses muy restringidos que les arrojan a buscar “un tipo de actividades y rutinas que les dan tranquilidad”.
Y es que enfrentarse a la interacción social puede provocarles crisis de ansiedad en algunas ocasiones extremas.
Los casos de autismo van en aumento, y ha habido una variación considerable en las estadísticas, que hace 20 años marcaban que una de cada 10 mil personas estaba dentro del espectro autista.
Hoy, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un niño de cada 160 padece un trastorno del espectro autista.
La experta valoró los datos como “alarmantes” y atribuyó el incremento a los factores genéticos predisponentes y los detonantes ambientales que hacen que determinados genes se expresen.
“No es que lo provoquen” -aclaró- “pero un individuo con esa predisposición genética que está expuesto a todos estos factores ambientales de alta toxicidad puede tener más posibilidades de que esos genes se expresen”, desarrolló.
El autismo viene acompañado de una alta frecuencia de problemas médicos concomitantes como alteraciones mitocondriales y alteraciones del sistema inmunológico.
Este trastorno no tiene cura, sin embargo, la calidad de vida de las personas mejora si reciben una atención temprana, personalizada, adecuada a sus necesidades y a lo largo de toda su vida.