La Casa Blanca aclaró esta noche que el presidente Donald Trump se refería al despliegue de la Guardia Nacional cuando habló de enviar militares a la frontera con México, como lo hicieron sus predecesores George W. Bush y Barack Obama.
La residencia ejecutiva puntualizó en una declaración que Trump recibió la semana pasada un informe de funcionarios sobre el “creciente flujo” de inmigración ilegal, drogas y pandilleros violentos de Centroamérica, por lo que instruyó diseñar una estrategia para confrontar la “amenaza”.
“Hoy, recibió un informe de seguimiento para discutir la estrategia de su administración, que incluye la movilización de la Guardia Nacional”, agregó.
También señaló que el presidente y sus asesores coincidieron en la necesidad de presionar al Congreso para que apruebe “urgentemente” legislación para cerrar los huecos legales que son explotados por organizaciones criminales, narco-terroristas y contrabandistas.
Entre los funcionarios presentes en los informes figuraron los secretarios de Defensa, James Mattis; de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen; el procurador Jeff Sessions, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Joseph Dunford, y el jefe de Gabinete, John Kelly.
Antes de la aclaración de la Casa Blanca, el gobierno mexicano pidió de manera formal a la administración del presidente Trump clarificar su anuncio sobre el envío de militares a la frontera común.
Trump anunció planes para enviar militares a la frontera con México hasta que cuente con un muro fronterizo, pero no aclaró si serían elementos de la Guardia Nacional, soldados en activo, ni su número o la duración del operativo.
En 2006 y 2010, los presidentes George W. Bush y Barack Obama enviaron elementos de la Guardia Nacional con el permiso de los gobernadores de Arizona, California y Nuevo México, pero en labores sólo de apoyo a la Patrulla Fronteriza.
La Ley Posse Comitatus de 1878 limita el poder del presidente para utilizar personal militar para operaciones domésticas de cumplimiento de la ley dentro del territorio de Estados Unidos.