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AP

Durante más de un año, Wall Street ha hecho caso omiso de la imprevisibilidad y el caos que caracterizan el gobierno de Donald Trump, confiando en que las políticas del empresario convertido en presidente darían impulso a la economía y un equipo de asesores ortodoxos lo alejaría de sus propuestas más polémicas.

Pero los mercados financieros están demostrando que la paciencia con Trump tiene sus límites.

Una tripleta de tarifas, amenazas por Twitter a una de las empresas más grandes del país y cambios en el personal jerárquico han estremecido a Wall Street en las últimas semanas. El índice S&P 500 ha caído 1 por ciento en medio de oscilaciones turbulentas desde el 1 de marzo, cuando Trump anunció su intención de aplicar tarifas a las importaciones de acero y aluminio. El miércoles fue una nueva montaña rusa para Wall Street con las amenazas cruzadas de tarifas entre Washington y Beijing. El índice industrial Dow Jones retrocedió 501 puntos al sonar la campana de apertura, pero se recuperó con creces en la misma jornada.

Una fuerte caída del mercado accionario tiene repercusiones tanto políticas como económicas. Las fluctuaciones prolongadas del mercado pueden afectar la confianza tanto de empresarios como de consumidores y en última instancia frenar el crecimiento. Para Trump y el Partido Republicano, sería un revés tremendo en un año de elecciones legislativas, cuando el oficialismo basa sus esperanzas de conservar el control del Congreso en el éxito de la economía y en que los estadounidenses reciban los beneficios de la reforma impositiva sancionada en diciembre.

Los dirigentes republicanos han exhortado a Trump, tanto en público como en privado, a que dedique el año a promover los méritos de la nueva ley impositiva, que redujo las tasas empresarias e incluyó grandes recortes para los ricos, además de reducciones menores para la clase media. En cambio, Trump ha impulsado agresivamente unas tarifas que si bien pueden complacer a sus seguidores deseosos de castigar a China y otros países, también podrían provocar una guerra comercial devastadora para algunas de las industrias estadounidenses que Trump ha jurado proteger.

“Los agricultores y ganaderos no deberían sobrellevar el peso de las represalias para todo el país”, dijo el senador republicano Chuck Grassley, de Iowa, cuyo estado depende de las exportaciones rurales. “No es justo ni tiene sentido desde el punto de vista económico”.

Funcionarios de la Casa Blanca se esforzaron el miércoles por llevar la calma tanto a los mercados como a los republicanos al plantear la posibilidad de que algunas tarifas no se aplicarán si China reduce las barreras a los productos estadounidenses.

“No exageren las reacciones, veremos qué resulta de esto”, dijo el flamante asesor económico de Trump, Larry Kudlow. “Al cabo de todo este proceso, al final del arco iris, hay una olla llena de oro”.

Pero muchos inversores siguen estando nerviosos.

Las empresas encuestadas para el índice de servicios del Institute for Supply Management, dado a conocer el miércoles, dijeron que si bien siguen creciendo, temen las tarifas y las oscilaciones volátiles de los precios de la madera, el acero y el aluminio, factores que dificultan la planificación.

“Si ambas partes siguen adelante con los aumentos de tarifas, sin duda habrá repercusiones negativas en todas partes”, dijo Jennifer Lee, economista sénior en BMO Capital Markets. “Por el momento, esto afecta la confianza, y la incertidumbre nunca le hace bien a la economía”.

Las fluctuaciones de Wall Street podrían causarle problemas a Trump, dado que su propio éxito está estrechamente vinculado con los avances del mercado de valores. A diferencia de la mayoría de sus predecesores, que rara vez hablaban de los altibajos de Wall Street, Trump frecuentemente menciona las alzas del mercado como resultado directo de su presidencia y medidas. Sus tuits o declaraciones sobre la volatilidad reciente han brillado por su ausencia, pero su vocera asegura que no está nervioso.

“Puede haber un poco de dolor en el corto plazo, pero sin duda habrá éxito en el largo plazo”, aseguró la secretaria de prensa Sarah Huckabee Sanders a los periodistas.

Más allá de las amenazas tarifarias de Trump, otro factor de sobresalto para los inversores ha sido la partida brusca de altos funcionarios que tienen vínculos estrechos con Wall Street y la comunidad empresarial. El secretario de Estado rex Tillerson, ex director general de Exxon, fue destituido el mes pasado. El asesor económico Gary Cohn, expresidente de Goldman Sachs, anunció su renuncia y al día siguiente el índice industrial Dow Jones abrió en baja de 1 por ciento.

Para mayor incertidumbre del mercado, Trump no cesa de tuitear sobre Amazon. Desde hace días difunde la patraña de que el minorista online no paga impuestos y ha perjudicado las finanzas del Correo estadounidense. Las acciones de Amazon han perdido casi el 14 por ciento de su valor desde mediados de marzo.

Hasta el momento, las estrategias comerciales y las burlas de Trump no han afectado en gran medida la economía en su conjunto. Se prevé un aumento de 185 mil empleos en marzo, de acuerdo con el informe mensual que se dará a conocer el viernes. Estos se sumarían a los 313 mil empleos creados en febrero.

Pero detrás de tanto crecimiento aumenta una sensación de incertidumbre acerca de la evolución próxima de la economía trumpiana.

David Kotok, presidente y gerente de inversiones de Cumberland Advisors, dijo que los inversores están incluyendo en sus cálculos los riesgos de una guerra comercial y otros problemas derivados de las declaraciones y medidas de Trump. Sostuvo que aún no ha visto un análisis cabal de que las tarifas ayudarán a la economía, aunque dijo que “espera” que la Casa Blanca tenga razón y que un enfrentamiento con China no perjudique la economía estadounidense.

Entonces Kotok hizo una pausa y añadió: “Pero la esperanza no es una estrategia”.