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EFE/AP/Reforma

Después de 26 horas del plazo judicial, el ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva se entregó a la Policía Federal, pero antes emitió un enfático discurso en el que aseguró que «volverá» y se dijo víctima de una trama jurídico-mediática para impedirle participar en las elecciones de octubre.

A las 22:00 horas locales, Lula aterrizó en el aeropuerto de Curitiba desde donde se dirigió a la sede de la Policía para iniciar su condena de 12 años de prisión por corrupción.

Hasta las 18:30 horas de este sábado, más de un día después del plazo dado por el juez Sergio Moro, Lula da Silva fue puesto en custodia, tras una salida dramática, entre empujones, del Sindicado de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, después de una primera tentativa que fracasó por la presión popular.

«Cometí un crimen, que fue llevar los pobres a la universidad, permitir que compren coches, que tengan comida y si es así, seré un criminal el resto de mi vida», dijo Lula en un discurso cargado de emoción que fue una despedida de los miles de simpatizantes.
El juez Sergio Moro, que le halló culpable de corrupción en un caso asociado al escándalo en Petrobras, le había dado plazo hasta las 20:00 horas GMT del viernes para entregarse, pero Lula lo ignoró.

Hubo complejas negociaciones para su entrega con la Policía, que se vio inhibida de intentar cumplir el mandato del juez en un predio que estaba rodeado por miles de incondicionales de Lula, pues temía que hubiera enfrentamientos.

La última excusa para postergar su encarcelamiento fue una misa celebrada hoy en el sindicato, en memoria de su fallecida esposa, que habría cumplido 68 años.

Lula rompió su encierro y su silencio con la misa, y pareció surgir el líder sindical de puño alzado y verbo encendido de años atrás, que atacó a la «elite», a la prensa y a «jueces al servicio los poderosos», a los que acusó de llevarlo tras las rejas para evitar que vuelva a gobernar.

Sin embargo, su entrega se demoró varias horas después de su discurso e incluso casi fue impedida por decenas de militantes que bloquearon los portones y no dejaron salir su automóvil.

Tras unas tensas negociaciones, salió caminando en medio de un enorme tumulto, subió a un automóvil y partió, seguido de inmediato por un convoy de la Policía Federal.

El PT, que ha sufrido su más duro golpe desde que Lula lo fundó en 1980, anunció que ahora la «resistencia» será mayor.