Carlos Albert, exfutbolista profesional, aseguró que la reunión entre jugadores, Asociación de Futbolistas y directivos de la FEMEXFUT y Liga MX, no sirvió de nada.
En entrevista con xeu deportes, Albert dijo que “no sirve de nada, me parece que los jugadores más que tener precaución, están actuando con miedo, no trabajan en función de lo que la Asociación requiere, están tocando el tema con pinzas, como si no tuvieran la razón y esto a mí no me da buena espina”.
Aseguró que el tema es sencillo, ya que el ‘pacto de caballeros’ no está escrito y aunque lo quiten y se establezca por escrito que ya no existirá, los directivos pueden seguir con la práctica de este pacto: “Si los jugadores quieren que se firme el fin del pacto de caballeros ante notario o en otras instancias, los directivos lo pueden hacer, todos van a presumir que lo quitaron, cada quien a su casa contento, pero resulta que los directivos lo van a seguir aplicando, porque es algo que no está escrito, el tema no pasa porque los directivos les den por su lado, ese tema debe ser tratado con más seriedad, con más importancia, no se puede presumir como un logro, cuando no se ha ganado nada”.
Mencionó que es un sueño el no jugar la última jornada si no se llega a un acuerdo, ya que los directivos seguirán dando largas para resolver el tema.
Cansado de los “abusos” por parte de los equipos mexicanos hacia el futbolista en la década de los 70, Carlos Albert decidió hacer algo, lo que al final le costó su carrera, pero también originó el primer sindicato de futbolistas en México.
Albert demandó al Necaxa, su club por aquellos años, debido a que le querían bajar el sueldo mandándolo a otro equipo.
Carlos Albert fue el primero en intentar que funcionara el organismo en 1971. El futbolista registró ante la Secretaria de Trabajo y Previsión Social la Asociación Sindical de Futbolistas.
La organización tuvo más de 300 miembros, principalmente jugadores de los equipos de la capital y de Jalisco (Atlas, Chivas, Atlante y Necaxa). La situación disgustó a los dirigentes, quienes comenzaron a despedir injustificadamente a jugadores pertenecientes a dicha asociación.
La situación desató una huelga en los Estadios del Fútbol Mexicano de Primera División (banderas rojinegras ondearon y se colocaron en las porterías). Días después, las represalias no se hicieron esperar y los dueños presionaron a los jugadores para abandonar el Sindicato, mismo que desapareció al verse disminuida la cantidad de miembros que la integraban.