EL MAGO SE ESFUMÓ, PERO SU MAGIA PERMANECE (I).
El pasado 12 de abril el mundo de las letras perdió a uno de sus exponentes más querido y apreciado, Sergio Pitol murió a los 85 años de vida en la Ciudad de Xalapa, Veracruz. La amplia y variada obra de Pitol incluye cuentos, novelas, ensayos, crónicas, fue un destacado traductor de autores de lengua eslava, inglesa, vivió en distintas ciudades europeas como diplomático mexicano, en el año 2005 recibió el Premio Cervantes de Literatura, Pitol desde hace muchos años es un autor referente en la literatura universal y despediremos al Maestro presentando parte de su obra e iniciamos con el libro: “El Viaje.”
El libro fue publicado en el año 2000, la obra es ante todo un homenaje a la literatura rusa, a través de esta maravillosa lectura Pitol nos acerca a grandes autores rusos como Gógol, Bajtin, Pushkin, Bély, Chéjov, Tolstoi, y particularmente a la poeta y ensayista Marina Tsvietáieva. El libro está compuesto de crónicas, ensayos, relatos, viajes, el personaje nos hace viajar por ciudades checas, rusas y georgianas entre las que se encuentran Praga, Moscú, Leningrado, Tbilisi, en momentos lo narrado son sueños o recuerdos, biografías, libros, lecturas, experiencias personales del autor.
Sergio Pitol vivió en Praga, Checoslovaquia, de 1983 a 1988, en el año 1986 realizó un viaje a Moscú para impartir una conferencia sobre la primera novela del México independiente: “El Periquillo Sarniento” de Fernández de Lizardi. La historia de ese viaje será la temática central del libro, el Maestro lo primero que hace es platicarnos su relación con Praga, la historia de la ciudad, sus grandes escritores entre los que se encuentran Rilke, Kafka, nos introduce a lugares emblemáticos como el “Café Arco” donde Kafka se reunía con sus amigos Franz Werfel, Max Brod, Johannes Urzidil, Leo Perutz, literalmente Pitol expresa:
“Estuve más cerca de Kafka que en ninguna lectura anterior. Me sentía, al frecuentar sus lugares cotidianos, más cerca de sus visiones. En la juventud, mi entusiasmo por Kafka se había transformado, como le ocurrió a mi generación, en una auténtica pasión, con todo lo que eso implica de excluyente, visceral e intransigente; equivalió al primer momento en que uno se siente subyugado por un espíritu al que reconoce como indudablemente superior, el único capaz de explicar en profundidad una época, aquel que nunca nos defraudará. En Praga su función creció inmensamente. No se trata sólo de dar los alcances de una época, sino de conocer el universo entero, sus reglas, sus secretos, sus caminos, la meta. En su escritura se esconden los signos para conocer la respuesta; hay que buscarlos denodadamente. ”
Cuando Pitol llegó a Moscú se reunió con su amigo Krym Kostakonsky quien estaba casado con una íntima amiga del Maestro, Krym es matemático pero su verdadera pasión es el cine, en esos años en Rusia se estaba viviendo el llamado deshielo político, no obstante poco se creía que se lograría un avance significativo, las reformas de Gorbachov ofrecían cierta apertura y prometían cambios, pero los georgianos, los checos y el amigo de Pitol tenían poca fe, lo real es que el sólo hecho que se estuvieran discutiendo esos temas ya era un gran avance:
“En Moscú, y cerca del centro. La ciudad me impone su concepción urbanística, su espectacularidad y su poder. Moscú es la tercera Roma, y no habrá una cuarta, es uno de los lemas eslavófilos procedentes del siglo XVI, y que ha regido el inconsciente de los rusos a partir de entonces. ¡Qué maravilla recorrer en coche la calle Gorki! Bastó llegar para percibir ya el cambio. Se discute sobre el nuevo momento político, las nuevas piezas teatrales, el nuevo cine y los nuevos problemas a los que todo el mundo se enfrenta: lo nuevo, lo nuevo, lo nuevo contra lo viejo parece presidir el momento actual.”
Y así, paso a paso, entre crónicas y ensayos nos va llevando Pitol en este viaje maravilloso, sin embargo, la parte que más me atrapó fue cuando el Maestro nos presenta de manera detallada a la extraordinaria poeta y ensayista rusa Marina Tsvietáieva, varias páginas le dedica Pitol a Marina, la historia de su vida es trágica, vivió exiliada en Paris, su esposo Serguéi Efrón en su regreso a Rusia fue enjuiciado por el régimen y sentenciado a muerte, su hija Ariadna la enviaron a prisión en los campos de Siberia, Marina provenía de una familia de clase media pero con la revolución y los cambios políticos su vida era muy difícil, pasaba hambres, tristezas, más nunca dejó de escribir, se enviaba correspondencia con Rilke, fue muy cercana a Bély, por los años treinta del siglo XX ya era una reconocida escritora, Pitol nos cuenta su acercamiento a la obra Marina:
“Por incitación de Selma Ancira comencé este año leyendo a la gran poetisa; me estrené con las pruebas de prensa de un libro de 1929 sobre la pintora Natalia Goncharova, que ella acababa de traducir, y he seguido leyéndola hasta hoy. El siguiente libro en ese maratón de lecturas fue Un espíritu prisionero. El ensayo más relevante del libro es una espléndida semblanza de Andréi Bély, escrita en 1934, al enterarse de la muerte del célebre autor de Petersburgo. La escritura de Tsvietáieva en los años treinta alcanzó una distinción notable y su prosa fue absolutamente original; todo ensayo en su pluma se convierte en una búsqueda del propio ser y de su entorno, lo que, claro no es novedoso, pero sí lo es el tratamiento formal, la segura y audaz estrategia narrativa. En su escritura de ese periodo, de los treinta, siempre autobiográfica, todo se transforma en todo: lo minúsculo, lo jocoso, la digresión sobre el oficio, sobre lo visto, vivido, y soñado, y lo cuenta con un ritmo inesperado no exento de delirio, de galope, que permite a la misma escritura convertirse en su propia estructura, en su razón de ser.”
Marina encontró en la escritura su razón de ser, la razón que justificaba su existencia, luchó por su familia, principalmente por sacar adelante a su pequeño hijo Gueorgui, con las tragedia de la muerte de su primer hija, la de su esposo, su segunda hija Ariadna encarcelada, y el hijo culpándola de la debacle familiar, la poeta no resistió más y en 1941 se quitó la vida, con la muerte del dictador Stalin, Ariadna recuperó su libertad y se encargó de rescatar la obra escrita de su madre y gracias al enorme esfuerzo de la hija de Marina hoy podemos leer y disfrutar a una de las poetas rusas más importantes del siglo XX.
Falta mucho por recorrer en este sensacional libro, lo narrado en el presente artículo es una invitación a que realicé este placentero viaje por el mundo ruso guiado y acompaño un mago de la literatura universal llamado Sergio Pitol…
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