El pasado martes, el flotel de Petróleos Mexicanos (Pemex) abandonaba la ría de Ferrol, España, destino a México. El buque dejaba el astillero de Fene después de más de un año fondeado y esperando por un comprador que no ha llegado ni llega. Mientras la petrolera mexicana busca todavía quien compre la embarcación construida en Navantia, su singladura pone el punto final y sirve de símbolo para una historia que comenzó hace casi seis años y que prometió mucho fruto pero ha dado pocas nueces. Hubo mucho ruido, pero este barco fue el único encargo en Ferrolterra de una “alianza estratégica” entre la Xunta y el Estado azteca en la que Feijóo insiste.
En su último viaje a México, de hace tan sólo unos días, el presidente Núñez Feijóo advirtió del “interés” de aquel país por “ampliar sus compras de barcos en los próximos años”, justo unos días antes de que uno de los dos únicos floteles construidos en Galicia cogiese rumbo a América sin aún comprador y meses después de que reconociera el incumplimiento de las promesas que Pemex y el Ejecutivo gallego lanzaron durante años.
La primera, la que tenía que ver con el empleo que crearía la construcción en Navantia del buque hotel Orgullo Petrolero, que tuvo tiempo a cambiar el nombre por el de Cerro de la Pez en todos estos meses. La Xunta llegó a hablar de 2 mil empleos con este encargo para Ferrol, pero la cifra máxima fue de 500 a pleno rendimiento, más de 200 de ellos trabajadores de las empresas auxiliares y entre críticas del comité de empresa por falta de seguridad y largas jornadas. Fue botado a finales de agosto de 2015 y entregado oficialmente en febrero de 2017, con más de medio año de retraso.
Desde entonces, las diferentes gestiones por parte de Pemex para vender el flotel no han dado resultado alguno, a pesar de que su precio se ha rebajado ya hasta alrededor de los 80 millones de euros frente a los 130 que costó su entrega. El otro flotel (Reforma Pemex) encargado en Galicia por PMI, filial internacional de la petrolera, fue construido en Barreras, astillero del que ahora la firma azteca posee el 51 por ciento.
Esa compra, adelantada por Praza.gal a finales de abril de 2013, fue una de las consecuencias del acuerdo entre la Xunta y el Gobierno mexicano. Del resto de proyectos anunciados, casi nada. La crisis que afrontó y afronta la empresa estatal por la caída en los precios del petróleo amplió la lista de promesas incumplidas. Ni el segundo flotel anunciado para la ría viguesa fue posible.
Todo comenzó en el final del verano de 2012, a pocas semanas de las elecciones autonómicas. Feijóo bordeó la ley electoral para solemnizar el encargo de los dos floteles de Pemex para los astilleros gallegos. El acuerdo, con firma y retransmisión televisiva en directo, formaba parte de esa “alianza estratégica” de la que venía meses advirtiendo la Administración con dosificados anuncios. Algunos tan polémicos como aquel que aseguraba que ya había contratos firmados con los astilleros gallegos y que la petrolera negaba a los pocos días, dejando en evidencia los anuncios del Gobierno gallego. Ya en el mes de mayo anterior, la Xunta adelantaba la construcción de catorce remolcadores y la creación de 2 mil 500 puestos de trabajo y, en agosto, el presidente gallego daba cuenta de la solicitud de la empresa azteca para construir una terminal de hidrocarburos en el puerto exterior de A Coruña, con una inversión de casi 60 millones en una superficie de 30 mil metros cuadrados.
Seis años después de aquellas primeras promesas, el cuento mexicano finalizó. En el pasado verano, la petrolera le confirmó oficialmente por carta a la Autoridad Portuaria de A Coruña que no habrá terminal alguna en Lagosteira, algo de lo que ya había ido avisando en otoño anterior, cuando canceló el flotel extra previsto en Vigo. Entre medias, quedaron en el limbo el resto de los numerosos anuncios del Ejecutivo de Feijóo: tres buques tanque, un atunero, un barco de apoyo a plataformas petrolíferas, la renovación de parte de la flota, dos quimiqueros y los remolcadores.
Se construyeron los dos floteles y la petrolera se quedó con el 51 por ciento del astillero Barreras. El primero de los barcos hotel trabaja desde hace tiempo albergando operarios de la petrolera; el segundo partió la pasada semana hacia costa mexicana y busca aún comprador. En el Parlamento, Feijóo había disculpado a Pemex y había asumido que aquellos compromisos con los que regó la campaña electoral de 2012 e incluso la última no dependían ni mucho menos de la Xunta ni estaban asegurados.
Por poco no coinciden Feijóo y el buque Cerro de la Pez en México. A principios de este mes, el presidente de la Xunta, de visita en la capital azteca, aseguró que la Xunta estaba “evaluando el interés que tiene México por ampliar sus compras de barcos en los próximos años”. Se refería, como destacó el Gobierno gallego en un comunicado, “a la estrecha relación que Galicia mantiene con el país mexicano en este campo, a través de las inversiones del Gobierno en el astillero vigués Barreras y, también, a través de las relaciones con la marina mexicana y con otras grandes empresas mexicanas para la construcción de barcos en la Comunidad”. Por el momento, fueron dos floteles.