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“Turguénev, Asia.”

Como cada cuatro años la fiebre del mundial de futbol nos ha llegado, el futbol es el deporte con mayor influencia en el mundo y las miradas estarán puestas en las diversas selecciones participantes, en protagonistas sobresalientes como Messi, Ronaldo, Neymar, Salah, pero particularmente el mundo conocerá de cerca al pueblo ruso, su pasado y presente, sus ciudades emblemáticas, su bella e impresionante arquitectura, sus costumbres, comidas, y nosotros los amantes de la literatura conoceremos en este mes a dos grandes escritores rusos iniciando con Iván Turguénev (1818-1883).
En la actualidad Turguénev es considerado un clásico de la literatura rusa, sin embargo, su presencia sería de mayor influencia sino se encontrará en medio de dos genios rusos como lo son León Tolstoi y Fiódor Dostoievski, en diversos periodos la relación de Turguénev con los dos escritores fue tensa, con el paso de los años los tres escritores representan el pináculo de la literatura rusa del siglo XIX, con una enorme influencia mundial.
Turguénev nació en una familia pudiente, muy joven tuvo la desgracia de perder a su padre y fue educado bajo la figura de la autoritaria madre, vivió en ciudades europeas como Berlín, París, nunca se casó, claramente se percibe que para bien y para mal lo vivido cerca de su madre lo marcó en su conducta y está reflejado en sus obras literarias, en el año 1858 escribió un pequeño relato titulado: “Asia”, novela pequeña y fascinante que narra la historia de un amor.
Lo primero que se vislumbra en: “Asia” es la visión europeísta de Turguénev, el personaje del cual nunca sabremos el nombre viajó de Rusia a Alemania, tratando de olvidar una pena de amor que lo atormenta y será en pequeños pueblos rurales de la nación teutona donde sucederá la historia que nos cuenta:
“Tenía a la sazón unos veinticinco años –empezó N.N. –. Como ve, hace ya mucho de eso. Acababa de obtener mi independencia y me marché al extranjero no a perfeccionar mis estudios, como entonces se decía, sino a correr mundo simplemente. Rebosaba de salud, era joven y alegre, tenía todo lo que quería, aun no me había creado complicaciones, vivía sin preocupación alguna, hacia lo que se me antojaba, en una palabra estaba en mi flor. Entonces no me pasaba siquiera por la imaginación que el hombre no es una planta y no puede estar en flor mucho tiempo. La juventud se alimenta de alajú dorado y se llega a creer que el pan de cada día es eso; y llegará un tiempo, en que te hartarás de pedir un mendrugo de pan. Como iba diciendo, hace unos veinte años vivía yo en la pequeña ciudad alemana de Z., que se encuentra a la orilla izquierda del Rin. Buscaba la soledad: una joven viudita que conocí en un balneario acababa de lacerarme el corazón.”
En la novela nos encontramos con una bella descripción de la vida rural, los campos, la naturaleza, pero al mismo tiempo nos describe momentos de frustraciones, desamores, nostalgias y muchas complicaciones que nos creamos nosotros mismos. Estando en plena soledad y conociendo las regiones y personas que vivían en ciudad Z, el joven N.N. escuchó a lo lejos música, un anciano le dijo que se trataba de un Kommers, que es un singular festín de jóvenes estudiantes de toda la región, N. N. cruzó el rio Rin y llegó al hotel donde estaba la fiesta, de repente su oído escuchó el habla de su lengua madre, es decir, la rusa, se acercó a la joven pareja rusa, los saludó y resultaron ser dos hermanos llamados Gaguin y su hermana Asia, los jóvenes convivieron y luego se fueron a cenar.
A partir de este encuentro Gaguin y N.N. convivirán todos los días, siempre estará Asia junto a ellos, ella es una joven de diecisiete años, guapa, pero con un carácter inestable, de momento es atenta, amable, cortes, y al otro día es caprichosa, inquieta, no obstante, su personalidad imponía a N.N. El joven pensaba que algo raro les ocultaban los jóvenes hermanos, un día llegó sin avisar a casa de los Gaguin y escuchó una plática entre los hermanos, Asia le decía a Gaguin que nunca amaría a otro hombre, que sólo querría a él.
La desilusión que sintió N.N. fue enorme, primero porque sentía mucha atracción por Asia, después porque creyó en la sincera amistad de Gaguin y no encontraba motivos que justificarán el engaño, decidió irse unos días solo por los campos del pueblo, a los pocos días regresó y se vio obligado a reunirse con los hermanos. Gaguin estando a solas con N.N. le confesó que Asia era su medio hermana, que su padre al quedar viudo se relacionó con la madre de Asia llamada Tatiana, quien además había sido doncella de la madre de Gaguin
Lo anterior por una parte tranquilizaba el corazón del joven y explicaba la inestable conducta de Asia, la bella joven en sus primeros años fue educada por su rustica madre, eso la hacía insegura, inestable, pero al mismo tiempo era una joven directa, sincera, moble, un día estando sola con N.N. la joven le preguntó: “¿Y qué es lo que le gusta en las mujeres? –preguntó echando atrás la cabeza con ingenua curiosidad. – ¡Que pregunta más rara! –Exclamé. Asia se turbo ligeramente. – No debe haberle preguntado una cosa así, ¿No es verdad? Perdóneme, estoy habituada a decir lo que me viene a la cabeza. Por eso me da miedo hablar. –Por el amor de Dios, hable usted, no tenga miedo. Asia bajó la vista y comenzó a reír con suavidad; jamás la había visto reír así. ”
En esa misma tarde de confesiones tuvieron un hermoso dialogo, Asia le dijo que le gustaría que los dos fueran pájaros para poder volar y perderse en el azul inmenso, N.N. le contestó sutil e inteligentemente que el amor hace que salgan alas a los humanos: “Cuando pase el tiempo ya se enterará. Hay sentimientos que nos elevan. No se preocupe, que a usted le saldrán alas. –Y usted, ¿las ha tenido? –Como decirle… Me parece que hasta ahora no he volado aún.”
N.N. tendrá la oportunidad de emprender su primer gran vuelo, la joven Asia estaba perdidamente enamorada de él y esperaba ser correspondida para volar juntos, en la lectura no se tiene la menor duda que N.N. también está enamorado de Anna Nikoláievna conocida como Asia, pero en la vida somos tan absurdos que cuando tenemos enfrente lo que tanto anhelamos y amamos, hacemos todo por alejarnos, Asia se fue con su hermano y dejó una conmovedora carta al joven amado: “Adiós, no volveremos a vernos jamás. No me marcho por orgullo, no; pero no puedo proceder de otra manera. Ayer, cuando lloraba ante usted, si me hubiera dicho una palabra, tan solo una palabra, me hubiese quedado. Pero usted no la pronunció, quizá sea así mejor… ¡Adiós hasta siempre!”
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