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DPA

La lava del volcán Kilauea, que está activo desde principios de mayo en Hawái, llegó en las últimas horas a por lo menos 700 viviendas aledañas, según confirmaron autoridades estadounidenses.

«Hay mucha desesperación y lágrimas», dijo el alcalde de Big Island, la más grande del archipiélago, Harry Kim, al entregar el informe sobre las consecuencias de las erupciones de lava y ceniza durante el fin de semana pasado.

Al menos 24 fisuras han sido identificadas por el Servicio Geológico Nacional (USGS, por sus siglas en inglés) en Puna, el distrito de Big Island que ha resultado más afectado y en donde se calculan salen 26 mil galones de lava por segundo, que alcanzan los 48 metros de alto.

El alcalde Kim, cuya vivienda está entre las afectadas, pidió a los habitantes «intentar mantener la calma» y «estar alejados de las fisuras».

Por su parte, el administrador de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) en la región, Bob Fenton, mostró su preocupación «por la cantidad de devastación» que quedó.

Fenton dijo a la cadena local HawaiNewsNow que desde la agencia se están realizando las evaluaciones para la entrega de asistencias que irán entre 4 mil y 34 mil dólares, aunque reconoció que esas ayudas «no satisfacen las necesidades a largo plazo de los afectados».

Los científicos del USGS indicaron en el más reciente informe que una de las fisuras duplicó su erupción hacia el océano creando una gran nube de gas tóxico y fragmentos de cristal, mientras que una explosión de vapor en la cumbre de Kilauea provocó un sismo de magnitud 5.3 el lunes sin dejar amenazas de tsunami.

«El peligro puede reducirse a medida de que el volcán quede estable», indicó el jefe de la Defensa Civil de Big Island, Talmadge Magno, al explicar que la salida de la lava hacia el mar sin afectar áreas adicionales es una muestra de esa eventual estabilidad.

Big Island se ve sacudida desde principios de mayo por las erupciones y explosiones del Kilauea, uno de los volcanes más activos del mundo. Dicha actividad ha afectado una amplia zona residencial, donde miles de personas debieron abandonar sus hogares para evitar ser alcanzados por la lava.