El 9 de junio alrededor de 22 mil mujeres salieron a las calles de la capital de Corea del Sur en rechazo a la extendida práctica entre los hombres de usar cámaras ocultas en lugares públicos para grabar las partes íntimas de mujeres.
Los mirones instalan diminutas cámaras espías en las paredes de baños públicos y hasta en retretes, o en sus zapatos para grabar en plena calle o en el transporte público lo que se vea por debajo de las faldas. Las grabaciones de este tipo se propagan rápido en Internet y redes sociales y forman su propio género del porno, conocido como ‘molka’, que se volvió popular en Corea del Sur.
La mayoría de las congregadas llevaban puestas máscaras y tenían los rostros cubiertos para evitar una posible persecución y en parte también como un gesto simbólico para mostrar su rechazo a la vulnerabilidad y constante exposición ante las cámaras espías, explica el portal Korea Exposé.
Las surcoreanas marcharon con pancartas que rezaban: “Mi vida no es tu porno” y “No soy ‘porno coreano’”, entre otras. La manifestación fue la protesta de mujeres más grande en la historia del país, superando en número una marcha similar del 19 de mayo, cuando a las calles salieron más de 12 mil mujeres, según recoge el diario The Hankyoreh.
El acoso contra las mujeres con el uso de cámaras de móviles y cámaras ocultas en objetos de la vida cotidiana despertó la ira entre las surcoreanas con más fuerza después del arresto de una mujer en mayo por difundir las imágenes de un modelo desnudo, que posaba en una clase de arte, sin su consentimiento previo.
A diferencia de numerosos otros casos similares en las que las víctimas fueron las mujeres, en aquel caso la Policía actuó rápido e hizo desfilar a la mujer ante las cámaras de los periodistas con una máscara puesta.
Muchas mujeres vieron parcialidad en el actuar de los agentes, ya que hay muchos agresores hombres que evitan la persecución. Ha Yena, quien encabeza la ONG Digital Sexual Crime Out (DSO) que se dedica a la asistencia de las víctimas de grabaciones con cámaras espías, fue testigo de un caso en el que un hombre chantajeaba a una mujer, pero la Policía no lo detuvo.