El nivel del mar subió a nivel mundial 7,6 milímetros entre 1992 y 2017 debido a la pérdida de tres billones de toneladas de la capa de hielo de la Antártida, según un exhaustivo estudio publicado hoy por la revista Nature.
La investigación resalta que el 40 por ciento de este ascenso se produjo solo en el último lustro, intervalo en el que las mermas anuales alcanzaron los 219 mil millones de toneladas de hielo, una cifra que triplica a la anterior -76 mil millones al año-.
El informe es el más completo realizado hasta la fecha sobre la Antártida e implicó a 84 expertos de 44 organizaciones internacionales englobados en el IMBIE, una comunidad mundial de científicos que hacen un registro único de las pérdidas de la capa de hielo.
Uno de los autores principales del estudio Andrew Shepherd, de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, subrayó en un comunicado que los niveles están subiendo “más rápido que en cualquier momento de los últimos 25 años”.
“Tiene que ser un motivo de preocupación para los gobiernos en los que creemos para proteger nuestras ciudades costeras y comunidades”, sostuvo.
El estado de la capa de hielo de la Antártida se considera un indicador general del progreso del cambio climático, ya que contiene agua suficiente para incrementar el nivel del mar en 58 metros.
La región juega un papel único en el sistema global de la Tierra, puesto que, entre otras cosas, canaliza el hielo hacia los océanos a través de una red de glaciares y corrientes, así como alberga la principal reserva de agua dulce del planeta.
Además, el Océano Antártico ralentiza el cambio climático mediante la absorción de grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, si bien un exceso de este terminaría por incrementar la acidez del agua y dañar la fauna marina.
Ante la actual tendencia de deshielo y la perspectiva de no poder contrarrestar las consecuencias de la acción humana en el ecosistema, los expertos han elaborado dos escenarios de futuro sobre cómo podría presentarse la Tierra del año 2070.
En un primer caso, imaginaron lo que sucedería si las emisiones de gases invernadero continuaran aumentado ante la falta de una regulación internacional rígida, acorde a los datos vaticinados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Las temperaturas subirían un total de 3,5 grados centígrados y el nivel del mar aumentaría hasta el de la última desglaciación -27 centímetros-, al tiempo que la superpoblación haría crecer la demanda de energía y comida, degenerando en una agricultura superintensiva y una deforestación masiva.
En un segundo escenario de cambio, los expertos se acercaron a un 2070 en el que las emisiones nocivas se reducirían a través de una férrea acción legislativa.
El ejercicio resalta que una mayor inversión en las energías renovables a bajo coste permitiría mejorar los índices de pobreza y alcanzar los Objetos de Desarrollo Sostenible de la ONU, como consecuencia de las acciones para mitigar el cambio climático.
Este supuesto de regulación también permitiría ahorrar a los gobiernos, ya que podrían evitar los gastos derivados de aplacar los efectos de fenómenos como las inundaciones -Estados Unidos destina una partida anual de 50 mil millones de dólares para proteger sus ciudades costeras-.
No obstante, el biotopo (territorio cuyas condiciones ambientales son las más adecuadas para que se desarrolle un determinada comunidad de seres vivos) de la Antártida se mantendría similar al actual, ya que el deshielo iniciado en algunas zonas de la región provocaría un ascenso total del nivel del mar de 6 centímetros.
El escenario que finalmente se cumpla dependerá de las decisiones que se tomen en los próximos diez años, tanto a nivel de cambio climático como de medio ambiente, si bien el aumento de la población global podría suponer un nuevo peligro a medio plazo.
Martin Siegert, del Imperial College de Londres, aseguró que “algunos cambios” que sufrirá la región “ya son irreversibles”, pese a que todavía hay tiempo para la prevención.
“Para evitar los peores impactos necesitaremos una cooperación internacional fuerte y una normativa eficiente apoyada en el rigor científico. Esto dependerá de que los gobiernos reconozcan que la Antártida está ligada al resto de la Tierra y que el daño provocará problemas en todas partes”, concluyó