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Notimex

El canciller de México, Luis Videgaray, transmitió hoy al Vaticano la preocupación del gobierno de su país por las políticas y expresiones antiinmigrantes que en la actualidad «se emanan desde Washington”, Estados Unidos.

En la apertura de un coloquio de alto nivel entre México y el Vaticano, llevado a cabo en la Casina Pío IV de los Jardines Vaticanos, el secretario mexicano expuso que en los últimos meses la red consular de México en Estados Unidos ha multiplicado sus intervenciones a favor de los connacionales en ese país del norte.

“Algunas prácticas recientes nos preocupan de manera especial, como el fenómeno de la separación de las familias, que ha crecido en los últimos meses. Ya tenemos registrados unos dos mil casos de niños que han sido separados de sus padres”, denunció.

“La separación de la unidad familiar, el separar a un niño o una niña de sus padres, simplemente no debe darse. Estamos trabajando a través del diálogo y de todos nuestros esfuerzos diplomáticos y también de la protección consular para enfrentar este que consideramos un problema grave”, añadió.

Videgaray aseguró que México reconoce plenamente el derecho de cualquier nación soberana, incluido Estados Unidos, de definir sus propias políticas y reglas migratorias.

Pero advirtió que este derecho no puede estar por encima de la dignidad de las personas y, por eso México, en pleno uso de sus facultades legales, seguirá desplegando todas sus capacidades para defender los derechos de sus ciudadanos en Estados Unidos.

El canciller mexicano precisó que, en los últimos 16 meses, el gobierno mexicano ha apoyado a 600 mil personas en territorio estadunidense, brindándoles abogados y asesoría de diverso tipo, para defenderse ante situaciones arbitrarias como la violación de sus derechos.

“Tenemos la red consular más grande del mundo en Estados Unidos, con 50 consulados que despliegan protección, servicios de asesoría y ahora de manera creciente, representación legal. En alianza con organizaciones de la sociedad civil, se trata de una actividad sin precedentes”, dijo.

“Estamos siempre abiertos al diálogo con las autoridades norteamericanas con las cuales tenemos un diálogo fluido y respetuoso, pero habremos de seguir trabajando para defender la dignidad y los derechos humanos de los mexicanos, donde quiera que estén”, abundó.

Expuso que la relación entre México y Estados Unidos es una de las más importantes del mundo en materia migratoria, ya que del otro lado de la frontera residen cerca de 12 millones de mexicanos con diferentes condiciones de carácter legal.

Más adelante, Videgaray constató el avance a nivel mundial de tendencias “preocupantes y peligrosas”, marcadas por un resurgimiento de nacionalismos que se traducen en xenofobia, cierre de las fronteras y rechazo a los extranjeros.

Según el canciller, la inconformidad y el desasosiego es producto de la gran crisis económica y financiera de finales de la década pasada, que ha tenido impacto en el mundo del trabajo aún persistente.

“Ante esto es natural que exista desconcierto, temor en muchas naciones sobre el futuro del empleo y la inseguridad económica. Pero no es admisible que, ante un fenómeno con un origen identificable, se quiera señalar a los migrantes como el motivo del problema”, señaló.

“Los migrantes no son el origen del problema, son desafortunadamente -en muchos casos- chivos expiatorios. Se atribuye al migrante la calidad de amenaza cuando él, en realidad, contribuye a la economía, a la cultura y a una realidad a la que llega”, estableció.

Insistió que la migración es una realidad innata de la humanidad, es parte esencial del ser humano, por eso no se puede permitir que se le atribuyan responsabilidades que no tiene.

Videgaray indicó como uno de los retos fundamentales aún pendientes para el gobierno de México es asegurar un trato digno y de pleno respeto a los derechos de los migrantes centroamericanos que atraviesan el país con dirección a Estados Unidos.

“Hemos avanzado, pero no estamos donde queremos estar, esto es algo que debemos reconocer y que el gobierno de México reconoce. Tenemos mucho que hacer para mejorar la situación de los migrantes para los que México no es un destino, sino un camino”, apuntó.

En este tema destacó el trabajo de la iglesia católica mexicana que, fiel a su historia, a sus tradiciones y sus valores se ha convertido en un “muy importante” asidero para la protección de los migrantes que atraviesan el territorio mexicano.

Subrayó que el gobierno de México es consciente que la solución a los flujos migratorios provenientes del sur del país no puede ser simplemente la del control fronterizo o la del ordenamiento, sino que se debe invertir en el desarrollo de las naciones centroamericanas.

“El Vaticano es un socio indispensable en el proceso de crear una nueva gobernanza global para la migración, este es un reto que enfrentamos en todo el mundo y es uno de los problemas más urgentes que enfrentan todas las naciones, todas las regiones”, señaló.

“México y el Vaticano venimos trabajando desde hace años para proponer una solución basada en el respeto a los derechos humanos, a la dignidad fundamental de las personas y en reconocer el valor de los migrantes a la sociedad a la que llegan, con independencia de cuál sea su estatus migratorio”, sentenció.