El dicho de “padre rico, hijo pordiosero” da la idea de que la riqueza familiar termina malgastada. Pero en una era de riqueza alucinante y enorme desigualdad parece que hay poco peligro de que eso suceda pronto a las 25 familias más ricas del mundo, que controlan 1.1 billones de dólares, según datos compilados por el índice de Multimillonarios de Bloomberg.
Desde barras de chocolate Mars hasta pañuelos de Hermes, de supermercados a hoteles y empresas de datos, pasando por fabricantes de medicamentos, la fuente de estas riquezas es variada y su escala es sorprendente: más que el valor de mercado de Apple, todos los depósitos de Citigroup o el todo el PIB de Indonesia.
Y aun así, cualquier cálculo es probable que quede corto. La riqueza de familias como los Rothschilds o Rockefeller es demasiado difusa para valorarla. La naturaleza de muchas fortunas dinásticas, respaldadas por décadas y, a veces, siglos de activos y dividendos, puede oscurecer el verdadero alcance de sus propiedades. Los clanes cuya fuente de riqueza actualmente no se puede verificar o que provienen principalmente del Estado, como la extensa Casa de Saud (la dinastía de la familia real de Arabia Saudí), también están ausentes en este listado.
En el ranking de riqueza familiar de Bloomberg también quedan fuera las fortunas de primera generación y las que están en manos de un único heredero. Por ello, solo tres familias asiáticas forman parte en la lista y ninguna de ellas es de China, lo que refleja que el boom de riqueza experimentado en la región es relativamente reciente. Eso debería cambiar pronto. Las oficinas familiares están proliferando en la región y los magnates como Li Ka-shing están empezando a entregar sus imperios a sus hijos e hijas.
Sin embargo, la disminución de fortunas que alguna vez fueron historia, como los Pulitzers, Vanderbilts y Woolworths, ilustran cuán común es que incluso las mayores fortunas familiares sean desperdiciadas. «Hay una serie de obstáculos que las familias deben enfrentar para garantizar que su riqueza se salvaguarde a través de las generaciones», dijo Rebecca Gooch de Campden Wealth. «La planificación estratégica, la educación y la comunicación son la clave».
Algunos multimillonarios están tomando un rumbo diferente. Bill Gates y Mark Zuckerberg se encuentran entre los empresarios que se han sumado a la Warren Buffett Giving Pledge y se han comprometido a dedicar la mayor parte de su riqueza a la filantropía.