Los colombianos tributaron este jueves una bienvenida apoteósica a su selección nacional, que llegó a Bogotá procedente de Rusia, donde peleó sin éxito los octavos de final en la Copa Mundial 2018 bajo la dirección del técnico argentino, José Néstor Pekerman.
Una mancha con la camiseta amarilla se formó desde el Aeropuerto Internacional El Dorado, hasta el estadio Nemesio Camacho “El Campin”, donde fueron ovacionados por más de 35 mil colombianos que le dijeron: «Gracias mi selección… Gracias muchachos».
Miles de colombianos salieron desde temprano para apostarse a lado y lado de la Avenida el Dorado, y poder ver cruzar la caravana que escoltaba el autobús de la Federación Colombiana de Futbol, con la mayoría de los jugadores que defendieron los colores patrios: amarillo, azul y rojo.
Los grandes ausentes fueron James Rodríguez, quien se quedó en Europa para continuar su recuperación, y Miguel Ángel Borja, quien viajó a Brasil en donde juega para someterse a los chequeos médicos por la lesión en una rodilla, durante uno de los entrenamientos.
El recorrido de la caravana desde El Dorado hasta el estadio Nemesio Camacho “El Campin”, duró tres horas y media, durante las cuales la selección Colombia, sólo escuchaba los gritos de niños, jóvenes, adultos, abuelos.
Entre las consignas que fueron entonadas por los seguidores de la selección destacaron: “Gracias mi selección por darnos tanta alegría… Gracias muchachos, los queremos», mientras el tumulto de gente quería ingresar al autobús.
Si las emociones estaban expresadas al lado y lado de la gran avenida El Dorado en el occidente de la capital colombiana, cuando la caravana llegó al estadio y los jugadores y el profesor Pekerman, pisaron la gramilla, las lágrimas rodaron.
Entonces apareció el veterano director técnico, y varios de los jugadores y muchas de las personas que estaban en las graderías.
Cuando terminó la presentación del artista colombiano Sebastián Yatra, salieron al centro del estadio vestidos con sudaderas color azul y encabezado por el profesor Pekerman que lució la camiseta amarilla, que resaltaba junto a su cabello blanco, un rasgo de experiencia deportiva.
La ovación fue cerrada mientras los jugadores saludaban a las tribunas, sonreían y no dejaban de sorprenderse de este multitudinario y apoteósico recibimiento de los colombianos que representaron el sentimiento de alegría de los 50 millones de ciudadanos que vibraron con cada partido de su selección en Rusia.
En la tarima del estadio, subieron los jugadores y cuerpo técnico, pero el primero que tomó el micrófono fue Pekerman para decir con una sonrisa nerviosa: “No somos ganadores, pero tampoco perdedores. Estamos orgullosos de esta camiseta”.
Paso seguido se puso la mano en el pecho y desde las tribunas sólo se escuchaba: «Pekerman… Pekerman…»
En nombre de los jugadores intervino Radamel “El Tigre” Falcao, un ídolo de la afición: “No se pudo, dejamos hasta la última gota de sudor en la cancha, pero volveremos más fuertes” y desde la tribuna salió una especie de coro multitudinario: “El Tigre Falcao… El Tigre Falcao…”.
Pero la tribuna pedía escuchar a Yerry Mina, el espigado defensa central que lo empezaron a llamar “El Ángel Negro”, porque fue el que hizo vibrar las gargantas de millones de colombianos con los tres goles que marco de cabeza en la Copa Mundial Rusia 2018.
«El Ángel Negro» puso a soñar con el gol del empate en extra tiempo contra la poderosa Inglaterra, que al final eliminó a los cafeteros desde la serie de los penaltis.
“Me siento muy orgulloso de hacer vibrar el corazón de millones de colombianos… Tengo un dolor muy grande en el corazón porque queríamos seguir pero no se dio”.
Los gritos, aplausos desde ese “mar amarillo” en el que se convirtieron las tribunas del estadio en esta capital, solo pararon cuando llegó el momento de terminar con el himno nacional que fue cantado a todo pulmón y con las manos en el corazón para decirle a este equipo: “Gracias guerreros”.