El gran error de los 23 internacionales franceses que hace dos años disputaron la final de la Eurocopa en Saint-Denis fue creer que el título era suyo antes de medirse con la selección de Portugal.
Con la victoria en semifinales ante la todopoderosa Alemania los bleus se excedieron en su autoconfianza hasta el punto de sentirse campeones. El desenlace no fue el imaginado. Éder, en el minuto 109, frustró el sueño de los anfitriones.
“Pensamos que ya estaba hecho. Pensamos que habíamos ganado el trofeo al vencer a Alemania”, reconoció este jueves el centrocampista Paul Pogba. “Esta vez no queremos cometer ese error. Abordaremos el juego de manera diferente”, adelantó.
Moscú podría restablecer este domingo el orgullo de esta generación gala. Su séptimo compromiso en Rusia puede encumbrarlos como campeones del mundo si doblegan a la selección croata.
“Estamos en otra final e iremos a ganarla, pues aún no hemos superado la que perdimos en la Euro”, coincidió el técnico francés Didier Deschamps.
De ese revés sufrido hace dos años ante Las Quinas, el plantel ‘bleu’ aprendió que cualquiera de los dos equipos que compiten en la ronda final del torneo puede hacerse con la copa.
De ahí la sucesión de mensajes comedidos antes de la definitiva cita del día 15 en el estadio de Luzhniki.
El central Samuel Umtiti manifestó que no quieren portar la etiqueta de favoritos e insistió en que deberán “competir con seriedad” ante el combinado de Ivan Rakitic y de Luka Modric, “dos jugadores enormes”, “dos fenómenos”, “los mejores del mundo en sus puestos”. “No debemos dejar que jueguen porque si no todo será más fácil para ellos”, consideró.
A cualquier ciudadano francés mayor de 20 años, sin embargo, la presencia de la selección gala en la final del Campeonato del Mundo le traslada a las emociones vividas en 1998.
El 12 de julio de aquel año Didier Deschamps -entonces capitán, ahora técnico- alzó al cielo la copa dorada más buscada.
El preparador de Bayona, de 49 años, tiene la posibilidad de equipararse con el brasileño Mario Zagallo y el alemán Franz Beckenbauer. Ambos consiguieron el título mundialista como jugadores y como entrenadores. Didier Deschamps puede unirse a ese selecto club si gana el duelo táctico a su homólogo Zlatko Dalic.
Francia lo desea porque la hazaña del 98 se presenta lejana: la última estrella del futbol galo, Kylian Mbappé, no había nacido cuando Zinedine Zidane lideró la goleada a Brasil (3-0).
“Veinte años más tarde somos más conscientes de lo que supuso. Lo del 98 sigue siendo una locura total. Han pasado veinte años, pero no hemos dejado de tener el cariño de la gente y entre nosotros existe algo muy fuerte. En aquel momento no nos dábamos cuenta. Era algo que nos superaba”, confesó Bixente Lizarazu.
“Es nuestra victoria más linda. Nos dimos cuenta del impacto que tuvo después de vivir aquella avalancha, aquel ‘tsunami’ humano. Cuando se es futbolista lo más complicado es llegar al corazón de la gente”, cerró Emmanuel Petit.
Esta generación ha conseguido golpear las emociones de los suyos en un torneo sensacional, con prestigiosos triunfos en las rondas eliminatorias ante Argentina, Uruguay y Bélgica.
En el horizonte aparece Croacia y el recuerdo de 1998, aunque Deschamps prefiere vivir el presente.
“Yo a los jugadores nunca les hablo sobre mi historia. Nunca. Saben qué pasó, incluso los que no habían nacido porque lo vieron fotos, pero estoy aquí con ellos para escribir una nueva historia. Estoy orgulloso de lo que sucedió hace veinte años, pero lo importante es el ahora y todavía no somos campeones”, remachó.