CENTENARIOS MEXICANOS (II).

“No podemos desprendernos fácilmente de los recuerdos, a ellos volvemos por una necesidad de transferencia, a veces de seres queridos que se adelantaron y no volveremos a ver. La niñez, esa primera edad, nos acompaña siempre, querámoslo o no.”
Las palabras y sentimientos antes transcritos son de la escritora y Maestra normalista Griselda Álvarez (1918-2009). Griselda es recordada por ser la primera mujer que en México ocupó la gubernatura de un Estado, en este caso del Estado de Colima. Si bien la Maestra Griselda tuvo una vida fructífera en actividades políticas siendo también Senadora de la República, su verdadera vocación fue la docencia y nunca se alejó de los libros, la poesía y la escritura, hoy en pleno centenario de su natalicio recordaremos a la Maestra con su libro titulado: “La Sombra Niña.” Publicado por la Biblioteca del ISSSTE en 1999.
El libro está compuesto esencialmente por recuerdos de la niñez, en estas pequeñas memorias Griselda nos cuenta una gran variedad de temas que incluyen la relación con su madre, con su padre, su vida en el convento, los acontecimientos que la marcaron como fue la guerra cristera, pero al mismo tiempo con lo narrado claramente se conoce el arraigo y enorme influencia que tuvieron los antepasados de la entonces niña Griselda, que con el paso de los años fueron fundamentales para que ella pudiera en un ambiente de pleno machismo lograr escalar y convertirse en una mujer influyente políticamente.
En el apartado: “Para mi Generación”, la escritora nos cuenta que su bisabuelo el General Manuel Álvarez fue el primer Gobernador del Estado de Colima, y resultó asesinado por los “mochos” en la rebelión de “Religión y fueros” en 1857. El asesinato del General Manuel Álvarez en gran medida explica la posición tan radical del padre de Griselda en el conflicto contra los cristeros, al extremo que de manera directa y sin rebuscamientos la escritora en estas memorias en el apartado: “La Generación”, narra la siguiente anécdota que recuerda de su niñez:
“La generación anterior a la mía forjó con sus ideas, por caminos dolorosos, una nueva manera de ser. Soy hija de un revolucionario del que algún día he de escribir en extenso, porque fue tipo pintoresco, más bien prototipo de ranchero de polendas, que llenó toda una época.
Éramos muy pequeñas cuando finalizaba la revolución Cristera. Pasábamos las vacaciones en la ciudad de Colima, ya que huérfanas de madre, en casa de una dulce solterona tía, hermana de papá.
Vivimos en un tiempo de revoluciones –Alegaba mi Padre – y ustedes tendrán que defenderse por sí solas. Tienen que estar dentro de la realidad, nada de tapujos.
Y esta realidad no tardó mucho en darnos su cara trágica. En la ciudad a diario ocurrían cosas que ignorábamos por nuestra edad. Los simpatizadores de los cristeros eran descubiertos y sentenciados a juicio sumario. Casi siempre eran ahorcados y esto sucedía en la calzada de Galván. Cierto día, al llegar mi padre de su hacienda, nos llamó a las tres: tía y sobrinas.
-Voy a llevar a las niñas a dar un paseo. Verán a un ahorcado que está en la calzada Galván. Necesitan saber lo que es un muerto porque nunca lo han visto y tienen que irse curtiendo. Algunos días después, pese a los argumentos de mi tía, regresamos al mismo sitio. Esta vez era un racimo, colgaban tres hombres de la inmensa parata. Luego fueron otros.”
Hasta lo aquí apuntado tenemos a una familia que ha sido parte incidente en tres etapas fundamentales en la vida pública de nuestra nación, me refiero a la Reforma, la Revolución y el México moderno. Don Manuel Álvarez, su hijo Pedro y su nieta Griselda fueron Gobernadores de Colima, cada quien gobernó de acuerdo a su contexto histórico, con sus ideas y formación. En cuanto a Griselda, siempre se le recordará por su trabajo en beneficio de la educación, su labor literaria, en este libro Griselda sobre su vocación de Maestra apuntó:
“Ya desde entonces me gustaban las palabras. Las paladeaba. Cuando llegué a maestra, me esforcé en que cuanto alumno cayera en mis manos debería tener lenguaje pulido y vocablos de domingo. No importaba su clase social. (Aunque personalmente siempre he sido clasista. Creo con firmeza que existen dos clases: la de los tontos y la de los inteligentes. Claro que dentro de una escala que va desde la idiocia hasta la genialidad.)
Bien. Mis alumnos eran gloriosamente pobres y procedían de una barriada que en aquel entonces era pavorosa, pese a su virtuoso nombre: Santa Julia. De continuo corregía los términos de mis discípulos, trataba de mejorar su dicción y enmendaba las locuciones hasta donde era posible.”
“Educar para progresar” es el lema que utilizó Griselda Álvarez cuando fue gobernadora, como mujer de cultura sabía que el único camino para evitar la barbarie, la violencia, el autoritarismo, la desigualdad, etc. era acudir a la educación, en la actualidad la formula no ha cambiado, necesitamos en todos los campos mujeres y hombres que estén convencidos que sólo la educación transforma y mejora la vida de una sociedad, porque no olvidemos que en los últimos años hemos cambiado, pero no mejorado, y es precisamente La Sombra Niña que nos persigue, es decir, hasta ahora seguimos siendo menores de edad.

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