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Excelsior

Cientos de personas se reunieron en el centro de Buenos Aires en un evento para «darse de baja» de la Iglesia Católica y reivindicar que las creencias religiosas no deben seguir marcando la vida política del país, poco después del rechazo del Senado a un proyecto de ley de legalización del aborto.

En el evento «Apostasía Colectiva 18″, se invitó a la gente a renunciar a la filiación religiosa mediante un formulario que posteriormente será entregado a la Conferencia Episcopal Argentina el próximo viernes.

Estamos recibiendo apostasías de toda la gente que quiera renunciar a su vinculación con la Iglesia Católica», dijo José Albaya, una de las organizadoras.

La Conferencia Episcopal y el arzobispado de Buenos Aires no respondieron a los pedidos de declaraciones.

El movimiento, representado por un pañuelo de color naranja, es liderado por la Coalición Argentina por un Estado Laico y tiene la consigna «No en mi nombre», según las pancartas visibles en el centro la capital argentina.

Con el apoyo de conocidos dirigentes de la lucha por los derechos humanos, se opone a lo que considera una campaña realizada por la Iglesia contra la aprobación de la ley del aborto libre en el país. El proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados, pero rechazado por el Senado el pasado 8 de agosto.

En el evento «Apostasía Colectiva 18″, se invitó a la gente a renunciar a la filiación religiosa mediante un formulario que posteriormente será entregado a la Conferencia Episcopal Argentina el próximo viernes. Foto: AP
La coalición está trabajando desde 2010, pero últimamente su lucha ha tomado una mayor dimensión y fuerza. Miles de personas adhirieron a sus principios en una gran fiesta laica colectiva en el centro de la capital. Hubo eventos similares en otras ciudades del país.

Obtener el voto femenino, la ley de divorcio, el matrimonio igualitario, le ley de identidad de género, la ley de fertilización humana asistida, la ley de educación sexual integral, la ley de muerte digna se hizo luchando contra el poder clerical, que pretende tener dominio absoluto de nuestras mentes y cuerpos», afirma el manifiesto de la convocatoria en redes sociales. Señala que la separación entre Iglesia y Estado es «fundamental» para lograr un mínimo de igualdad en el país entre personas con diferentes creencias.

«El feminismo hoy en día ha hecho que la gente muy chica, les chiques, se den cuenta de que uno de los principales obstáculos para seguir conquistando derechos son las posturas de la Iglesia», lo que explica «que hoy haya semejante convocatoria», dijo Albaya. «Les chiques» es una expresión local para abarcar a menores de ambos sexos.

Para la organizadora éste es, ante todo, «un acto político», sin consecuencias concretas, pero «lo suficientemente fuerte» como para que «escuchen el descontento».

Unos dos tercios de los 43 millones de argentinos se consideran católicos, pero este número podría verse afectado en el país natal del papa Francisco, debido al malestar generalizado ante la postura de la iglesia en el tema del aborto.

El discurso de la Iglesia durante todos estos días para convencer a este pueblo de que no tenía que aceptar la ley (de aborto) fue tan escandaloso que yo llegué al colmo de la enemistad con la Iglesia Católica», dijo Nora Cortiñas, una fundadora del movimiento Madres de la Plaza de Mayo.

El arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, «hizo una misa (…) para rezar porque la ley (del aborto) no saliera. Me repugna, me repugna. Siento un gran rechazo y, bueno, yo no puedo seguir más soportando ser cómplice de esta Iglesia», dijo Cortiñas.

Como ella, miles de personas se han colgado el pañuelo naranja que simboliza a este nuevo movimiento social, al amparo del pañuelo verde que se levantó para defender el proyecto frustrado de aborto libre -que muchos ciudadanos portan de manera habitual- y manifestar el rechazo absoluto a la influencia de la Iglesia en las decisiones políticas del país.

Una mujer llena un formulario en el que renuncia a su filiación católica. Foto: AP

El movimiento, además, invita a «darse de baja» de la Iglesia mediante la presentación de un formulario en que se solicita a la Iglesia que se elimine todo registro relativo a su persona en lo sucesivo.

No todos son tan radicales. «Yo no voy a renunciar a mi religión, pero no quiero que el papa intervenga en la política nuestra», explica Diana López, profesora retirada de 75 años.

Ignacio Amui, un empresario católico de 56 años, dijo al salir de la Catedral que «la religión, también la católica, tiene muchas cosas también para trabajar y para modernizarse, pero sigo sosteniendo que la religión católica es, fue y va a ser la religión más importante en nuestro país».

Los jóvenes tienen otra visión.

«Vine porque no quiero formar parte de algo que me impusieron mis papás, cuando yo era todavía bebé, y la verdad no comparto la creencia, prefiero desligarme de algo que no me representa», dijo Sofía Altamirano, estudiante de 16 años, al llenar su formulario. Dijo que no bautizaría a sus hijos y que detesta la postura de la Iglesia en los temas relacionados con las mujeres.