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AFP

La inquietud crece en Alemania por la sucesión de manifestaciones violentas de la extrema derecha en el este del país, tras la muerte de un alemán de origen cubano en la localidad de Chemnitz.

«Sin duda, la historia no se repite dos veces, pero cuando multitudes excitadas de extrema derecha generan agitación en Alemania y que el Estado de derecho se ve sobrepasado por los hechos, esto recuerda un poco la situación de la República de Weimar», reconocía Der Spiegel en su página web.

Este semanario alemán hacía referencia al régimen político establecido en Alemania tras la Primera Guerra Mundial y que tuvo que afrontar los actos violentos del nazismo en la calle antes de sucumbir con la toma del poder de Adolf Hitler en 1933.

El contexto actual es mucho menos crítico que la situación en la Alemania del periodo de entreguerras. Pero el ambiente en este país es cada vez más tenso tras «la caza colectiva» contra inmigrantes protagonizada por militantes de extrema derecha el domingo en las calles de Chemnitz, en el este de Alemania, y otra concentración violenta el lunes, en la que varios manifestantes hicieron el saludo nazi.

Seis personas resultaron heridas en esta misma ciudad el lunes por la noche durante confrontaciones entre manifestantes ultraderechistas y contramanifestantes de la izquierda radical.

Otra manifestación, la tercera en los últimos días, está prevista este martes por la tarde en Dresden, una ciudad cercana a Chemnitz y la capital del estado de Sajonia, en el que la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) fue la primera fuerza en las elecciones legislativas del año pasado.

«Cuando el Estado abdica», afirmaba indignado el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ). «Caos en Chemnitz», aseguraba el diario Handelsblatt, quien consideraba que «el Estado de derecho está fuera de servicio».

El suceso que originó esta sucesión de manifestaciones de la extrema derecha fue la muerte de un alemán de origen cubano, de 35 años, el sábado por la noche en Chemnitz durante una disputa en una fiesta local.

La policía detuvo a dos sospechosos: un sirio y un iraquí, de unos 20 años, sospechosos de haberlo apuñalado tras una «discusión verbal».

Desde entonces, los sectores más radicales de la extrema derecha han subido el tono de su discurso xenófobo y muy crítico con la política migratoria del gobierno de Angela Merkel, al que acusan de contribuir en un aumento de la criminalidad.

Las manifestaciones en Chemnitz fueron impulsadas por AfD, el movimiento islamófobo Pegida, surgido en esta región oriental, y otros grupúsculos aún más extremistas.

«En Chemnitz, se constituyó una alianza bastante increíble entre hooligans, neonazis, AfD y los militantes de Pegida. Los actos violentos muestran que estos movimientos tienen el mismo patrón, todo ello en un ambiente cada vez más xenófobo y agresivo», analizó la directora de la Fundación Amadeu Antonio contra el racismo en declaraciones a la cadena de televisión n-tv.

El partido socialdemócrata, que forma parte del gobierno de coalición de Merkel, mostró su preocupación por la radicalización ideológica en Alemania.

«En nuestro país, hay un pequeño sector de extrema derecha que utiliza todos los pretextos para llevar a la calle sus sueños de violencia y de un ambiente de guerra civil», denunció el dirigente socialdemócrata Burkhard Lischka al diario Rheinische Post.

El partido ultraderechista AfD marca la agenda política en Alemania tras haber logrado unos 90 diputados en las elecciones generales en septiembre del año pasado y haberse convertido en la principal fuerza de oposición al gobierno de coalición entre conservadores y socialdemócratas.