«Una primera vista a las figuras más relevantes de la entusiasta jornada de instalación de las Cámaras de Diputados y Senadores podría dar la impresión de que poco ha cambiado el rejuego partidista. Parecerían ser las mismas caras de siempre, los mismos rituales y el mismo boato «representativo», aunque el poder acumulado y a ejercer por cada uno de los partidos es radicalmente distinto; esta vez varios de quienes antes fueron entusiastas tribunos opositores destinados al desdén numérico, ahora tendrán el apoyo de un mayoría aplastante y, en contrapartida, varios de los antiguos mandamases ahora navegarán con banderas disminuidas y naves opacadas». Lo escribe Julio Hernández en «La Jornada».