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BLOOMBERG POR: DAVID FICKLING

Con el crudo Brent sobre los 85 dólares por barril y algunos analistas que advierten que los 100 dólares están a la vuelta de la esquina, es tranquilizador recordar que aún estamos muy lejos de 2008, cuando el petróleo alcanzó un récord histórico de 147.50dólares.

Tranquilizador, pero equivocado. Para gran parte de la población mundial, ya estamos en o cerca de los peores niveles alcanzados durante el alza de precios de 2008. (Si bien para las finanzas públicas mexicanas es bueno que el petróleo suba, también produce un aumento en el costo de los combustibles, que impacta en la economía familiar)

Si bien el precio del Brent en dólares todavía parece relativamente moderado en comparación con el frenesí de hace una década, es una historia diferente cuando se cotiza en monedas de mercados emergentes.

En reales brasileños, el petróleo traspasó su récord de 2008 en marzo y ahora es casi un 50 por ciento más caro.

En pesos mexicanos, el Brent superó los niveles de ese año en mayo; y en el último mes, los precios polacos y sudafricanos también se han movido por encima de sus máximos de hace una década. India e Indonesia no se quedan atrás.

Con las monedas de los mercados emergentes caen frente al dólar, el aumento del precio del crudo en dólares se acentúa para los consumidores de países menos ricos.

Esta dinámica ayuda a explicar por qué Brasil sufrió una huelga de camioneros en mayo. También da luces sobre el reciente ascenso político de extrema derecha Jair Bolsonaro, quien podría estar muy cerca de llegar a la presidencia del país en las elecciones que comienzan el domingo después de respaldar las protestas.

En México, ayudó a Andrés Manuel López Obrador, quien ganó las elecciones presidenciales del 1 de julio con promesas como la de mantener estables los precios de los combustibles en términos reales durante tres años mediante la construcción de más refinerías y el aumento de subsidios.

Como hemos señalado anteriormente, la misma ola electoral también podría amenazar a India. Gracias a la desregulación de los precios y una serie de impuestos adicionales gravados a los combustibles al por menor durante la caída del precio del petróleo desde 2014, el costo de llenar el tanque en las ciudades de la India se encuentra en niveles récord. El país tiene uno de los combustibles de transporte menos asequibles del mundo ya que un galón de gasolina (3.8 litros) cuesta más de las tres cuartas partes del ingreso diario promedio y casi tanto como lo que cuesta en Tokio.

Mientras tanto, en Manila, Filipinas, el combustible RON 95 ahora cuesta casi 60 pesos filipinos (1.10 dólares) por litro, casi un cuarto más que a comienzo de año.

En México la gasolina Magna ha subido 16 por ciento respecto a finales del año pasado.

Algunos países tienen mecanismos para suavizar este golpe. Los gobiernos del mundo entregaron 105 mil millones de dólares en subsidios al petróleo en 2016, según la Agencia Internacional de Energía, una cifra que probablemente aumentó sustancialmente desde entonces, dado lo barato que era el crudo hace dos años.

Estas medidas tienden a calmar a los consumidores, pero los costos no desaparecen. En Venezuela, la gasolina todavía cuesta solo 1 centavo por litro, pero la extrema disparidad con los países vecinos alimenta una epidemia de contrabando y crimen organizado en sus fronteras. Un problema más generalizado es el daño que hacen los subsidios a los presupuestos gubernamentales, especialmente debido a que aumentan cuando la moneda se debilita, creando un círculo vicioso.

Ese es el riesgo para Indonesia, cuyo presidente, Joko Widodo, abolió los subsidios a la gasolina después de asumir el cargo en 2014. Puede verse tentado a restituirlos ya que se acercan las elecciones del próximo año, un factor que S&P Global Ratings citó a principios de este año cuando decidió no elevar su calificación de deuda desde “basura”.

La medida haría eco de las acciones del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, quien reintrodujo los subsidios abolidos por el gobierno anterior luego de asumir el cargo a principios de este año.

Lo mismo ocurre con la Junta Militar de Tailandia, que está implementando el fondo de estabilización petrolera del país para limitar los precios del diésel después de una ola de indignación en los medios sociales.

Lo mejor que pueden esperar los consumidores de mercados emergentes y sus gobiernos es que su propio dolor en las bombas de combustibles comience a moderar la estrechez actual del mercado petrolero. Con los flujos de crudo iraní que enfrentarán sanciones a partir del próximo mes y el declive de Venezuela, el lado de la oferta del comercio mundial aún parece restringido. Pero esos precios elevados ya pueden estar teniendo un efecto.

Según BP, el consumo de petróleo en los países desarrollados ya ha alcanzado su punto máximo, por lo que toda la demanda adicional en el futuro depende de los consumidores en el mundo emergente. Cuando estornudan, el mercado petrolero mundial puede resfriarse.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños. Ni de El Financiero.

El autor es columnista de Bloomberg Opinión cubriendo commodities, así como compañías de consumo e indusriales. Él ha sido reportero de Bloomberg News, Wall Street Journal, Financial Times y The Guardian.