El Papa Francisco insistió hoy en su apuesta por la paz en la Península Coreana, al reunirse en privado durante 35 minutos con el presidente surcoreano Moon Jae-in en el Palacio Apostólico del Vaticano.
“¡Buen trabajo por la paz!”, fue la despedida que dio el pontífice al mandatario, en la puerta de la biblioteca apostólica donde tuvo lugar la audiencia, que en total duró 55 minutos, entre los saludos públicos y el coloquio cara a cara.
Al mediodía de este jueves, ambos se saludaron en la Sala del Troneto, la antecámara de la biblioteca. “Bienvenido, es un placer verlo”, dijo el líder católico en italiano; “vengo como jefe del Estado coreano, pero también soy católico, me llamo Timoteo de primer nombre, es un honor estar aquí”, replicó el presidente.
“Se que está muy ocupado con tantas cosas, gracias por haber encontrado el tiempo para mi mientras continúa el Sínodo”, continuó, refiriéndose a la cumbre mundial de obispos que tiene lugar estos días en la Santa Sede.
Poco después, ambos se sentaron frente a frente en un gran escritorio de madera. Entonces, Jae-in agradeció al Papa haber permitido la misa por la paz en Corea que se celebró el miércoles por la tarde en la Basílica de San Pedro.
Ambos se comunicaron a través de un traductor, un sacerdote coreano. Pasados los 35 minutos en privado, tuvo lugar un intercambio de regalos.
El presidente obsequió una escultura con el rostro de Jesús, realizado por un famoso escultor coreano; indicando la corona de espinas, el mandatario exclamó: “Estos son los sufrimientos del pueblo coreano”. También le regaló una estatua de mármol de la Virgen, con los rasgos típicos de la mujer coreana.
El Papa, por su parte, entregó una medalla con la imagen de un olivo partido que se une y manifestó tener en su corazón la paz en Corea. También dio un cuadro de la Plaza de San Pedro en el siglo XVIII, su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2018 y otros documentos papales.
Antes de despedirse, Francisco le solicitó a la esposa de Moon Jae-in que rece por él. El presidente exclamó: “Tu no solo eres el jefe de la Iglesia, eres un maestro de la humanidad”. Y el Papa apuntó: “Buen trabajo por la paz”.