Alguien tenía que decirlo y fue el priísta Samuel Palma quien le leyó la cartilla a su propio partido. En la pasada sesión del Consejo Nacional, el morelense ennumeró los pecados del PRI en las elecciones de su debacle: «anarquía discursiva en la campaña, desconexión de los candidatos con la militancia, marginación de los militantes en la designación de sus aspirantes, y sobre todo, que nadie dónde sabe quedó el dinero que debería asignarse a las campañas locales». Lo comenta F. Bartolomé en «Reforma»… Le faltó la principal causa: la mala actuación de los gobernantes priistas que afectó terriblemente la imagen del partido.