Dice Beto Calixto Hernández, de Coatepec, que le contaron que el alcalde de esa ciudad, Enrique Feernández, tiene en su oficina de gobierno la efigie de un perro, de su propiedad, que es una joya prehispánica,. Y que un día de éstos, la persona que hace la limpieza de la oficina, por descuido, le dió un raspón al perro. Que el alcalde se indignó por ese hecho y mandó un oficio al sindicato exigiéndole que durante el resto de su gestión eviten volverle a enviar a Palacio a ese descuidado hombre. Y agrega Calixto, que por otro lado el munícipe no pone la atención debida en la atención de las calles y demás servicios públicos de la ciudad, y que tampoco atiende a los de Antorcha Campesina.