«El bosque, más que un lugar, es un estado de ánimo: en un parque, entre unos matorrales, en la vereda de un cafetal, en cualquier paraje perdido de la campiña, pero también al lado de nuestra oficina, en el patio de la casa… allí puede estar el color en vuelo para nuestra cámara. El bosque invita a deleitarnos, a descubrir entre las ramas la presencia de ese vuelo de colores que se exhibe para nuestro ojos. Las aves son hermosas, y la mano del hombre aprecia esa belleza y hace de ellas obras de arte, con su fotografía». Es parte de lo que contiene el folleto que invita a la exposición «Colores que vuelan» de Rafael Ruiz Arroyo que se exhibe en el Museo de Antropología. Foto de «Universo UV».