La escasez de efectivo de Cuba conllevará a nuevas medidas de austeridad y presionará a la burocracia para que se ajuste el cinturón y enfrente el débil crecimiento, la caída de los ingresos por exportaciones y el aumento de la deuda.
La economía local ha promediado un crecimiento anual de 1 por ciento en los últimos tres años, en comparación con la tasa de 5 a 7 por ciento que economistas dicen que necesita para recuperarse por completo de una depresión en la década de 1990 por la caída de la Unión Soviética.
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El Gobierno cubano se ha visto afectado recientemente por el colapso económico de su nuevo aliado estratégico, Venezuela, que comenzó a enviar combustible y dinero en efectivo a cambio de servicios médicos y medicamentos hace 18 años.
«El primer objetivo es emitir un plan realista y cumplible bajo el principio de que los gastos se ajusten a los recursos disponibles (…) sin incrementar el endeudamiento externo del país», dijo el ministro de Economía, Alejandro Gil, en una sesión de la Asamblea Nacional.
Las empresas estatales controlan la mayor parte de la actividad económica, incluyendo las finanzas y el comercio exterior, a través de una economía planificada.
Cuba comenzó a retrasar los pagos a algunos proveedores e inversionistas en 2016, mientras que diplomáticos y empresarios occidentales estimaron un monto adeudado de corto plazo de en 1.500 millones de dólares en la actualidad.
El último reporte de deuda externa de la isla la situó en 15.800 millones de dólares en 2015. El presidente Miguel Díaz-Canel dijo en la Asamblea Nacional que el próximo año el país reduciría levemente la acumulación de los pagos atrasados a través de medidas de austeridad y aprovechando un exceso de inventario y las reservas de emergencia.
Díaz-Canel y Gil dijeron que los planes para que la economía crezca un 1,5 por ciento en 2019, luego de un anémico 1,2 por ciento este año, se basaron, en parte, en eliminar los hábitos burocráticos y reducir los desperdicios y robos.
«El plan debe ajustarse de inmediato. Tenemos que revisar el sistema para asegurarnos de que no haya lugar para que maniobren los burócratas», dijo Díaz-Canel.
Una crisis que continuará
Las entregas de petróleo venezolanas han caído al menos un 40 por ciento desde 2014, obligando a Cuba a importar desde Rusia y Argelia. Cuba importa más de la mitad del combustible que consume.
El comercio exterior cayó alrededor del 25 por ciento desde 2013 hasta 2017, con las importaciones anuales disminuyendo a 11.300 millones de dólares desde 15.600 millones, según cifras del Gobierno. Gil dijo que el comercio disminuyó aún más en 2018 sin proporcionar cifras.
En su informe al Parlamento, el ministro dijo que las exportaciones aumentarán un 6 por ciento el próximo año, mientras que las importaciones se reducirán un 11 por ciento en comparación con el plan de 2018, en una economía que depende en gran medida de las materias primas y la maquinaria exterior para casi todo lo que produce.
El economista Pavel Vidal, un exanalista del Banco Central de Cuba, que labora en la Universidad Jeveriana de Cali, Colombia, dijo que la meta de 1.5 por ciento era «razonable», ya que el azúcar, la agricultura y el turismo tuvieron un mal momento en 2018.
«Lo más preocupante para 2019 es la crisis de los impagos, sigue creciendo y los acreedores están perdiendo la paciencia», dijo Vidal, autor de varios artículos sobre Cuba. «Obtener insumos y créditos en el mercado internacional va a ser más difícil», agregó.