ENTRE NÚMEROS
Soraya Pérez
El fomento y la creación de empleos debe ser considerada una de las prioridades más importantes de cualquier gobierno, no sólo porque impulsa el desarrollo económico sano y sustentable, sino porque incentiva una cultura de dedicación, responsabilidad y trabajo. Queda sin decir que una de mis preocupaciones más grandes es la capacidad del nuevo gobierno de crear empleos y profesionalizar los mismos; no obstante, estoy convencida de que, con los grandes proyectos de inversión que se tienen pensados, existen buenas oportunidades para beneficiar a todos los ciudadanos.
Recientemente, el tema del empleo ha estado al centro de la coyuntura nacional. Según un informe del Instituto Mexicano del Seguro Social, en diciembre, tras la toma de protesta del presidente López Obrador, se vio una disminución en la creación de empleos formales de 378,561 trabajos, representando la mayor caída en cualquier mes de diciembre desde que se tienen datos. Sin duda esto es alarmante ya que, mientras que la administración anterior generó empleos superiores a la suma de las dos previas, este gobierno, durante el primer mes de gestión, no pudo siquiera mantener esta tendencia.
La creación de empleos formales y profesionales, así como la eficiencia del mercado laboral, son requisitos esenciales para que un país pueda alcanzar una verdadera inclusión. Sin embargo, es irrefutable que aún queda mucho por hacer. Según el índice de competitividad del World Economic Forum, México ocupa el lugar 105 de 137 en términos de la debilidad de su mercado laboral, una posición muy baja y superada por países menos desarrollados como Guatemala, Haití e incluso Mozambique. La razón principal de esto es la rigidez en la contratación de personal, la dificultad de atraer y retener talento, así como la inhabilidad de otorgarle a los mexicanos las herramientas y habilidades necesarias para ser una fuerza laboral mejor entrenada.
La austeridad siempre es necesaria en un gobierno, y más en un país de grandes necesidades. Los excesos, la duplicidad de funciones o el ejercicio de recursos en programas de baja rentabilidad deben erradicarse. Pero, antes de la ola de despidos masivos en la que se embarcó el nuevo gobierno, que, según cifras oficiales, alcanza casi a 13,000 trabajadores, me hubiera gustado ver un análisis más profundo, una Ley Federal del Servicio Civil de carrera y una nueva propuesta de evaluaciones. Porque para alcanzar este objetivo, también el Estado mexicano debe transformar el sector público en una opción laboral más atractiva.
Por otro lado, estoy convencida de que todo proyecto de inversión tiene la capacidad de generar empleos especializados y bien remunerados, principalmente el de la nueva refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, que estima generar 100,000 empleos. Sin embargo, estoy convencida de que, si en paralelo se reactivara su Zona Económica Especial, podría generarse una estrategia de acercar la demanda industrial a este polo energético, cambiando finalmente la matriz económica del sureste mexicano. ¡Combinar este proyecto de gran envergadura con la Zona Económica sería potencializar la generación de empleos y riqueza del sureste mexicano!
La enorme desigualdad en México nos obliga a definir estrategias para la creación de empleos, pero la fórmula es sencilla. Debemos fortalecer nuestras instituciones, profesionalizar a nuestros servidores públicos, simplificar la regulación para la creación de nuevos negocios, detonar infraestructura para el desarrollo, y, sobre todo, introducir las políticas necesarias para que cada peso que se genere se distribuya de una forma más equitativa entre los mexicanos. ¡Sólo así podremos lograr los empleos necesarios para alcanzar el desarrollo económico inclusivo que esta nación tiene destinado alcanzar!
¡Hasta nuestro próximo encuentro!
Tomado de El Ecopnomista