“Verde Maira”.
Ricardo Garibay siempre se distinguió por ser un hombre de carácter fuerte, rudo, machista, y en gran medida esa personalidad la podemos comprender cuando se lee: “Beber un cáliz”, donde el escritor hidalguense narrando el proceso de enfermedad y muerte de su padre, nos cuenta lo rígido que fue con él, describe a Don Ricardo como un hombre trabajador y honesto, pero poco expresivo, áspero, duro, todo este ambiente hizo de Ricardo Garibay un hombre directo, orgulloso, en momentos machista, estas características señaladas las encontraremos en parte de sus obras, y una de sus novelas más autobiográficas se titula: “Verde Maira” la cual fue publicada en el año 1977.
La novela a pesar de ser pequeña, tiene una variada y rica temática, por supuesto que hay un tema central y es la relación de pasión, y, tal vez, amor, entre Gerárd y Maira, pero antes de conocer la historia de estos amantes, Ricardo Garibay nos describe la vida burocrática, rutinaria, ordinaria, que vive Gerárd como subdirector de un importante periódico. Gerárd es un hombre de cincuenta años, vive con su esposa Amalia, todo indica que no tienen hijos, su mundo es el trabajo, ha escrito algunos libros que tuvieron buena acogida, pero en general su vida es simple, metódica, si bien disfruta y le gusta su trabajo, sus días son iguales, sin grandes sorpresas.
Azucena es compañera de Gerárd y ella le pide que ayude a Maira a entrar a trabajar como reportera, la describe como una mujer luchona, trabajadora, capaz, agrega que tiene tres años sin poder encontrar trabajo y por si fuera poco es una mujer muy bella. Maira y Gerárd se conocían, él nunca había hablado con el Director para intentar conseguirle el trabajo, después de tanto insistir Azucena y por una fuerte platica entre Maira y Gerárd, éste habló con el Director y le consiguió trabajo como reportera, a partir de aquí estos dos personajes empezarán a convivir y poco a poco irá naciendo una fuerte pasión.
Maira desde un inicio representa ser una mujer sincera, liberal, entrona y por su fuerte personalidad imponía. A Gerárd le confesó que tenía un amante, que prácticamente ya no lo quería, pero no podía quitárselo de encima, en una ocasión Maira ofreció una cena, Gerárd fue invitado, a la cena acudieron varios amigos incluyendo el amante de Maira llamado Isidro, en la fiesta se vivieron fuertes momentos sensuales, al final, todo terminó en que Gerárd no supo cómo llegó a su casa, no obstante, lo mejor estaba por venir, porque al poco tiempo Maira le confesó que originalmente la cena era sólo para él, pero como su amante supo, se vio obligada a invitar a todos los demás que asistieron, por supuesto que cuando Maira le dijo esto a Gerárd es porque ella ya estaba expresándole su pasión y deseo que sentía por él:
“No seas pendejo, mi vida, tómame, siente lo que soy, no te despegues, mira como estoy por ti, para ti, cómo soy contigo, cállate, cállate, cállate.
Me cogía las manos. Se las paseaba con fantástica delicadeza, eléctricamente, se diría, sobre la ropa, apenas. Y su ropa murmuraba y temblaba llena de viento. Estábamos besándonos en un atardecer, con el primer lucero, recargados en una columna única sobreviviente entre gigantes cabezas de caballos y águilas de piedra roja, frente al desierto sin término, donde las montañas recortan amarillamente su perfil, y la arena zumbaba espesándose a nuestro alrededor.”
A partir que empiezan a intimar de manera muy fuerte, profunda e intensa, Gerárd por una parte disfruta, pero por otra duda, de entrada, se percibe que tiene miedo a enamorarse, como hombre razonable y con muchas experiencias sabe que el amor tiene sus riesgos, porque en momentos te hace caminar por los cielos, y de pronto te puede hacer sentir la persona más vil, desdichada e infeliz, por lo tanto, si amar implica arriesgar, el dilema consiste en saber si vale la pena vivir ese riesgo, sin olvidar que a pesar de la enorme pasión que ambos sentían, Gerárd era un hombre casado con una mujer seria, un poco controladora, pero honesta:
“Y qué jodido me veo, qué lejos de la juventud, de su juventud, piensa en tu trabajo, entrégate a tu trabajo y al amor de tu esposa ¡cuán insoportable!, ella es tu mujer, la que te corresponde en la vida, fíjate, hay una mujer que te ama ¿pides más?, ¡que no me ame, que se vaya a la chingada!, es mujer honesta, entera, esta cuzquita es de quien alarga la mano, ¿Qué estoy viviendo?”
Mientras todo esto pasaba en el interior de Gerárd cada día los momentos de pasión eran más fuertes, Maira no respetaba, le marcaba a cada rato, la esposa de Gerárd empezaba a sospechar cambios en su marido, Gerárd cuando no veía a Maira la extrañaba demasiado, se ponía intranquilo, un día un amigo lo invitó a una cena en su casa donde estarían el gran cineasta italiano Sergio Leone, el escritor mexicano Juan Rulfo, y otras personalidades, Gerárd asistió a la cena acompañado por Maira, realmente poco le importaba lo que platicaba Leone de su clásico “Erase una vez en América”, después de la cena y varias copas tomadas hicieron intensamente el amor en la casa donde había sido la cena, despertaron como a las cinco de la mañana, los invitados ya se habían retirado, Gerárd sabía lo que le podía esperar en su casa, pero por ahora disfrutaba su gran pasión:
“–Ah dime algo. –Bella tu cara de pájaro, bellísima…Siento una profunda felicidad: estar aquí contigo ¡que tú existas! Tú conmigo viendo los árboles. Siento una maravillosa debilidad. No sabía que pudiera agotarme tanto…- ¿Me amas? –Pregunta en voz muy baja, besándome las manos. –Fíjate, Maira, existes ¡Qué preciosidad! Eres una joya. Anduve desde la cena dentro de una esmeralda. –¿Me amas? – Te amo, si pues. –Dímelo sin sí pues. –Te amo.”
“Verde Maira” tiene un final realista, como en general es la vida y particularmente la literatura de Ricardo Garibay. Gerárd Chávarri debe resolver el conflicto entre elegir el amor que le ha rejuvenecido el alma, que le ofrece la oportunidad de amar y ser amado o continuar con su vida rutinaria, amar intensamente arriesgándolo todo o vivir cómodamente en una estabilidad vacía, simple, ser o no ser, sentir o no sentir, en la novela nos encontramos con una frase que describe de manera nítida a Gerárd Chávarri: “Que trabajo te cuesta ser feliz, darte permiso de ser feliz.”
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