El Bayern Múnich y el Liverpool empataron sin goles en el partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones en un duelo donde los bávaros dejaron claras sus escasas intenciones de hincar el diente a su rival confiando toda su suerte al partido de vuelta en Alemania.
El equipo de Jurgen Klopp puso más carne en el asador, pero ni unos ni otros pudieron ver puerta en Anfield. Los de Niko Kovac, por su parte, se llevaron un empate que les permite cerrar la eliminatoria en casa, eso sí, con la dificultad de que cualquier empate beneficiará al conjunto inglés.
Los ‘reds’ fueron los primeros en avisar en botas de su mejor jugador: el egipcio Mohamed Salah conectó un pase exquisito de Henderson y estuvo a punto de batir a Neuer, que llegó muy justo a la cita. Los locales llevaron el peso, aunque el Bayern también mandó algún recado. El primero de ellos, un minuto después de la ocasión del Liverpool.
En esta ocasión llegó con un disparo de Matic en propia puerta después de que Allison se encontrase -de puro milagro- el remate de su compañero. Coman también dejó la impronta de los germanos, pero ahí murió cualquier intención de cambiar el 0-0 del electrónico. El colíder de la Premier comenzó en ese momento su carrusel de oportunidades.
Hasta 15 lanzamientos, pero sólo dos entre los tres palos. Ninguno de ellos cambió la suerte del actual subcampeón de Europa, ni mucho menos de un Bayern venido a menos en la segunda mitad. Mané, que ya falló sólo en el corazón del área en la primera parte, dispusa de otra ocasión en los compases finales del choque.
De esta forma, este clásico entre dos clubes pentacampeones del ‘Viejo Continente’ se resolverá en el Allianz Arena el 13 de marzo.
La única vez que lo contempló la historia fue en 1981, las semifinales, y los ingleses lograron pasar por el valor doble de los goles. Circunstancia que podría pasar dentro de dos semanas.