MES INTERNACIONAL DEL TEATRO PRESENTA: 4 CORONAS HISTÓRICAS (IV).

Luis G. Basurto fue amigo y discípulo directo de Rodolfo Usigli, con el paso de las décadas del siglo XX los dos dramaturgos se convirtieron en figuras fundamentales y pioneras del teatro moderno en México. La obra teatral: “Corona de Sangre”, la escribió Basurto inspirado en las tres coronas históricas que ya analizamos de Rodolfo Usigli, de hecho, Basurto al inicio de la pieza manifiesta que escribió la obra como un homenaje a su amigo y maestro Usigli, en el presente año que estamos recordando los cuarenta años de la partida física de Usigli y festejando el día internacional del teatro, se concluye el presente ciclo literario con esta magistral obra de teatro publicada en 1990.
En “Corona de Sangre” nos encontraremos en el contexto de la guerra cristera en México, este lamentable hecho sucedió entre los años 1926-1929, siendo Presidente de México Plutarco Elías Calles y teniendo una enorme influencia en sus decisiones el antecesor de Calles, el General Álvaro Obregón. Luis G. Basurto nos presentará a un personaje emblemático, histórico y mártir de la guerra cristera llamado Miguel Agustín Pro. La obra se compone de un prólogo y dos actos, en el prólogo Basurto hace dialogar a un ermitaño llamado Charifas, con un niño de doce años allá por el año 1988. Charifas es un hombre de más de cien años de edad, el niño se refiere a él como cura o padre, y después de una interesante platica surgió el nombre del cura Miguel Agustín Pro, Charifas decide contarle la historia del cura asesinado en 1927 y retrocede hasta el año 1922 cuando Charifas conoció, se hizo amigo y admirador del cura Miguel Agustín Pro.
En estos dos actos, con sus diversas escenas, conoceremos la vida de un hombre de fe que fue víctima de la intolerancia civil, política, social y religiosa. Migue Agustín Pro nació en el Estado de Zacatecas en el año 1891, perteneció a una numerosa familia, desde muy joven supo que quería dedicar su vida al sacerdocio, la pieza teatral inicia cuando en un convento jesuita ubicado en el país de Nicaragua, el cura Pro impartía clases a jóvenes, allí estando en su humilde y pequeña habitación, bajo amenaza con pistola en mano se vio obligado a esconder a Charifas, un mexicano que se dedicaba a robar y emborracharse.
El dialogo entre los dos mexicanos es muy interesante, Charifas resultó ser un pobre hombre que fue abandonado por sus padres, criado en un hospicio, no tenía a nadie que lo quisiera, que le importara, e incluso nunca supo su verdadero nombre, sólo se presentaba con su eterno apodo “Charifas”, el cura Pro lo protegió, al mero estilo de Víctor Hugo en: “Los Miserables” lo salvó de ir a la cárcel, le puso el nombre de Agustín Charifas y lo recomendó con sus superiores para que le dieran papeles y pudiera trabajar:
“Miguel: No vas a morirte. No vas a robar más. Yo te conseguiré pasaporte, papeles. Así podrás trabajar. Charifas: (Asustado) ¿Trabajar yo? Miguel: A todo se acostumbra uno. Te bautizo con mi segundo nombre: Agustín. Tu apellido será Charifas. Charifas: ¿Charifas? ¡Vaya apellido! (Ha soltado una carcajada) Miguel: Pareces indígena. Eres indio, ¿Verdad? (el otro asiente) Pues la Virgen de Guadalupe te protegerá. Ella fue madre de los indios, y será tuya. (Charifas va a protestar) ¡Cállate! Yo soy tu amigo. Yo te amo, Agustín. Charifas: ¿Que Qué? Miguel: Pero no pienses mal. Te amo con el alma. (Palmeándolo en la espalda) Además, eres tan feo, como para que nunca más pecar. Somos dos hombres. Yo seré sacerdote. Tú, Dios dirá. ¿Me crees? Charifas: (Que al fin se ha guardado la pistola) Qué remedio me queda. Ya me cansé. Ya quiero… (Se levanta) ¿Trabajaré con usté?”
El cura Miguel Agustín Pro en la siguiente escena después de conocer a Charifas, fue comisionado en 1925 por sus superiores a la nación de Bélgica, allá rápidamente se dio a conocer porque defendía la libertad como un principio elemental de la vida en sociedad, en esa ciudad europea lo buscaban distintos líderes para entrevistarse con él y a pesar que los lideres eran comunistas, cuando conocían al cura quedaban sorprendidos por su lucha en favor de la libertad, la igualdad, su posición contra las injusticias, su enorme amor por los pobres, desamparados, pronunciaba fuerte discursos en asambleas, tenía gran cantidad de seguidores, defendía la fe, criticaba los fanatismos tanto del Gobierno como el de los propios feligreses, siendo uno de sus lemas la siguiente frase: “No hay amor, no hay justicia, donde no hay libertad.”
En el año 1926 ya estamos en Francia, aquí el cura fue operado de una fuerte enfermedad, casi pierde la vida, en esta escena reaparece Charifas convertido en un hombre bueno, transformado, fiel amigo y seguidor del famoso cura Pro. Una vez medio recuperada la salud, ambos personajes emprendieron un rápido viaje a la ciudad francesa Lourdes, y acudieron al Santuario de la Virgen de Lourdes, en este sagrado lugar la Virgen le habló a el cura Pro, incitándolo a seguir con su lucha:
“Virgen: Al fin llegaste, hijo. Nunca recordarás lo que voy a decirte. Pero llevarás mi mensaje en tu corazón. Soy una y soy varias según me necesiten. Fui al Tepeyac, para unir a los mexicanos, para ayudar a los misioneros a salvar a los indios esclavizados. Desde entonces he sido bandera de libertad; nunca de odio, aunque los fariseos que crucificaron a mi hijo hayan explotado tanto mi nombre. No hay amor, no hay justicia, donde no hay libertad. Ojalá lo consigan algún día, pero sin sangre. Ya ha habido mucha derramada, como en las cruzadas. Pero son otros tiempos y deben terminar las guerras entre hermanos. Para eso vas a tu patria.”
Con esta inspiración el cura Miguel Agustín Pro viajó a México, estamos en 1927 en plena guerra cristera, cruel y sangrienta, el General Álvaro Obregón violando el principio de no reelección, se reeligió Presidente de México, en el primer atentado que sufrió logró salvar su vida, pero investigó fuertemente a los posibles conspiradores, el cura Pro, sus hermanos, y Charifas fueron encarcelados y sin previo juicio casi todos asesinados, el transformado Charifas salvó su vida y 61 años de transcurridos los hechos, los recuerda con tanto dolor como si hubiera sido ayer.
Miguel Agustín Pro fue injustamente asesinado, sin embargo, nos dejó una gran lección de vida consistente en que era un hombre de fe, más no ciego por la misma, crítico, luchador incansable, aborreció la intolerancia incluyendo la de su propia Institución religiosa, cuando Charifas le juró que vengaría su muerte, Miguel le contestó que la mejor manera de vengarlo era haciendo el bien:
“Miguel: Lo he pensado bien, Charifas, puedes vengarme. Pero de esta manera. Continuaras mi obra. Serás mi heredero. Charifas: ¿Yo? ¿Quieres que sea cura? (En voz baja, para no despertar a Roberto) He robado, he sido borracho, mujeriego, malviviente. Miguel: San Ignacio fue peor que tú. No, no es necesario que seas sacerdote, si no tienes vocación. Aunque nunca se sabe. Puedes casarte, tener hijos. Pero si de verdad quieres vengarme, amarás a los pobres, a los enfermos, a las magdalenas, a los asaltantes, y así llegarás a Dios. Piénsalo. Y duérmeme otra vez.”
Finalmente, Agustín Charifas al igual que Jean Valjean fueron transformados por un valor inigualable llamado amistad, y es que orteguianamente se puede afirmar que cuando el hombre cree firmemente en algo, en este caso la amistad, se hace religioso de esa creencia.
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