Cuba utilizó su Embajada en México para dirigir en Latinoamérica los movimientos contra las consideradas dictaduras en Centroamérica en los años sesenta del siglo pasado, señalan archivos de espionaje desclasificados por el Gobierno mexicano.
En una versión pública de 411 fojas sobre el espionaje que la seguridad mexicana le hizo a Fidel Castro, tanto en México como ya en el poder en Cuba, se apunta que la Embajada servía como su centro de coordinación de estas actividades cubanas en la región.
“La Embajada Cubana en México es la encargada de dirigir en Latinoamérica los diversos movimientos tanto en contra de las llamadas dictaduras centroamericanas, como en contra de los Estados Unidos de América”, detalla la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de México en un informe fechado en 1960 y al que tuvo acceso Efe.
En aquellos años, las actividades tenían como primer blanco el gobierno de Nicaragua, en poder ya del clan Somoza “y como caso concreto se puede citar la incursión armada en las Segovias en el mes de marzo en el que murieron nueve personas”, apunta el expediente.
Los informes sobre la actividad que los diplomáticos cubanos hacían desde México siempre fueron parte de la vigilancia que la inteligencia mexicana le hizo a Castro, incluso en el poder, por considerarlo como un factor de influencia en los movimientos sociales en América Latina.
“A raíz de su llegada al poder, los diversos grupos de asilados políticos distribuidos en los países latinoamericanos trataron de seguir su ejemplo”, resaltan los despachos de la DFS, una entidad desaparecida en 1985 en medio de acusaciones de corrupción.
No obstante, el espionaje mexicano puntualizó en sus informes, hoy resguardados en el Archivo General de la Nación, que los grupos de comunistas mexicanos no tuvieron nexos con el grupo encabezado por Fidel Castro, una situación que se mantuvo a partir de su conquista del poder y de los años siguientes.
La seguridad mexicana elaboró un informe pormenorizado de su primer encuentro con Castro, al capturarlo el 21 de junio de 1956 en un automóvil con placas de Miami en el barrio de Polanco, después de un año de seguirle la pista por informes cubanos que advertían que preparaba un golpe contra el gobierno de Batista.
Castro fue detenido con varios hombres, entre ellos su guardaespaldas identificado como Universo Sánchez, por el capitán mexicano Fernando Gutiérrez Barrios, al que Fidel trató siempre como un amigo, y quien llegó a ser Secretario de Gobernación en la presidencia de Carlos Salinas (1988-1994).
Ya entonces, los espías mexicanos alertaron de los nexos de Castro con “exiliados políticos de diferentes nacionalidades”, principalmente con los de Nicaragua y Costa Rica, dirigidos por Manuel Flores Gómez, y los del Perú, encabezados por César Pardo Acosta.
En otro informe, Gutiérrez Barrios afirma que Castro fue visto por última ocasión en Ciudad Victoria, en el estado nororiental de Tamaulipas, y confirma tener informes de que ya se ha embarcado en el yate Granma.
El triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959, solo reavivó el interés del espionaje mexicano sobre Castro, con informes sobre su estado de salud, su viaje a la antigua Unión Soviética, y un discurso donde habla de los rumores relacionados con la “desaparición” del Che Guevara.
La renuncia de Castro al cargo de Primer Ministro para fungir como Comandante de las Fuerzas Armadas fue destacada en un informe fechado el 17 de julio de 1959, en el que la seguridad mexicana ya alerta de que se preparaba una agresión externa al régimen cubano.
“Existen tres grupos listos para atacar a Cuba”, señalan los archivos mexicanos en este informe.
El primero en República Dominicana con el General cubano José Pedraza; otro en Miami con Rolando Masferrer y el tercero en otro lugar de EU con el cuñado de Batista, el General Roberto Fernández.
El discurso de Castro del 15 de enero de 1966 en la clausura de la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina, Tricontinental; una carta al Secretario General de las Naciones Unidas, ocupan una buena parte del expediente mexicano sobre Castro.
Las autoridades mexicanas determinaron desde el 2002 permitir la divulgación de versiones públicas de los expedientes confidenciales de los servicios de espionaje mexicano a partir de 1920 y 1985, y la nueva administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y la ha extendido hasta los documentos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), del cual ordenó su desaparición.
Los actuales archivos del espionaje político mexicano se originaron con los Gobiernos emanados de la Revolución (1910-1921) con organismos como la Sección Primera y la Dirección Nacional de Inteligencia, a la que siguieron la DFS y el CISEN, sustituido por una nueva entidad en este Gobierno.
En 1985, el Archivo General de la Nación (AGN) recibió 3 mil 091 cajas con expedientes generados por la oficina de Investigaciones Políticas y Sociales y la DFS en el periodo de 1920 a 1975; en 2002, sumó 4 mil 223 cajas con 58 mil 302 expedientes del CISEN.