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Reuters

Una cumbre entre líderes de gobierno y empresarios de Estados Unidos y México que inicia este jueves busca apuntalar la confianza de los inversores en México y desactivar las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de cerrar su frontera compartida si no se detiene la migración ilegal.

Las conversaciones que comienzan esta noche en Mérida coinciden con más tensiones sobre el comercio bilateral y la frontera tras dos años de incertidumbre causada por la exigencia de Trump de volver a negociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

También le dan a México la oportunidad de abordar las inquietudes de los inversionistas sobre la forma en que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha manejado la segunda economía más grande de América Latina desde que asumió su cargo en diciembre.

«Quisiéramos que los empresarios americanos que visitan nuestro país se regresaran con una mejor confianza de sus inversiones en nuestro país», dijo Moisés Kalach, que representó al sector privado mexicano en la negociación del renovado TLCAN.

López Obrador y algunos miembros de su gabinete, entre ellos el canciller Marcelo Ebrard y la secretaria de Economía, Graciela Márquez, además del secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, y el presidente de la Cámara de Comercio estadunidense, Tom Donohue, tienen previsto asistir a la reunión de dos días.

Entre los invitados se encuentra Larry Fink, presidente ejecutivo del administrador de activos más grande del mundo, BlackRock Inc.

López Obrador asumió la presidencia prometiendo combatir la corrupción, el crimen, la desigualdad y la pobreza flagrante, flagelos que le cuestan a México miles de millones de dólares cada año.

El Presidente ha dicho que quiere impulsar la inversión privada y pública.

Sin embargo, algunas de sus primeras decisiones como mandatario, por ejemplo cancelar la construcción de un nuevo aeropuerto de 13 mil millones de dólares para Ciudad de México y sus intentos por debilitar la autonomía de los órganos reguladores del estado, han asustado a los inversionistas.

Aún quedan preguntas por responder sobre el futuro del comercio en la región porque el acuerdo alcanzado para reemplazar el TLCAN, el T-MEC, aún no se ha ratificado.

Demócratas de Estados Unidos dicen que México debe aprobar una nueva ley laboral para fortalecer sus sindicatos antes de aprobar el acuerdo, y Kalach indicó que las implicaciones de esa legislación, ahora en el Congreso mexicano, serán abordadas.

Kalach sostuvo que eso le daría a México más tiempo para proponer una estrategia sobre cómo manejar una ola de migrantes indocumentados que han llegado a la frontera, una situación que ha llevado a Trump a amenazar con cerrar la frontera.

«Y vamos a pedir mandar señales muy claras al gobierno americano (estadunidense) de que cerrar la frontera nos daña a todos», afirmó.

Trump dijo el miércoles que tendría que movilizar a más militares en la frontera de Estados Unidos con México. Más allá de la frontera, México quiere señalar que los sectores privados de ambos países continúan trabajando «de la mano», aseguró un funcionario mexicano, que pidió no ser identificado.

El gobierno mexicano también quiere generar interés en sus «proyectos estratégicos» en el sureste del país, y darle certeza a los inversionistas de que hay un buen clima de negocios en México, dijo el funcionario.

Entre los proyectos emblemáticos para el gobierno está el desarrollo de una nueva refinería de la estatal Pemex en la costa del Golfo de México.

La construcción de la refinería tiene un costo estimado de unos 8 mil millones de dólares y empresas estadunidenses ya fueron invitadas recientemente a participar en el proceso de licitación.

Otras oportunidades que el gobierno mexicano quiere proponer a inversionistas incluyen un proyecto ferroviario a través de áreas turísticas de la península de Yucatán, conocido como el Tren Maya, el desarrollo de áreas fronterizas y un nuevo aeropuerto alternativo en Ciudad de México.